Ni una sola victoria. Ese es el balance con el que el Real Madrid se marcha de Estados Unidos poco menos de un mes después de desembarcar en tierras norteamericanas. Un bagaje inesperado y preocupante, que deja perfectamente claro que, por uno o varios motivos, cuya explicación puede abarcar muchas variantes, el equipo que hace dos meses conquistó el doblete, Liga y Champions, por primera vez en cincuenta años, y dejó la sensación de haber creado un bloque destinado a dominar el fútbol Continental en las temporadas que están por venir, se ha detenido en seco desde que el árbitro pitó el fin del partido en la memorable final de Cardiff.
Ya no es una exageración, pues lo dice hasta Zinedine Zidane: «Las sensaciones no son buenas». Y lo peor es que el técnico recordó de forma notable que ya no hay más tiempo, que el próximo martes el Madrid saltará al terreno de juego en Macedonia con el primer título de la temporada en juego. Volvió el francés a pedir calma y a intentar lanzar mensajes de confianza, pero es difícil verle ‘rajar’ abiertamente de aspectos negativos de su equipo en rueda de prensa. Si lo hace, es por algo.
«La mala racha ya va por cuatro partidos. Si de cuatro partidos no puedes ganar uno… algo pasa». La sonrisa se le ha ido al hombre que la ostenta casi de forma eterna, y eso es sinónimo de que desde luego algo va a pasar por su lado. Zidane hará algún cambio en la Supercopa ante el Manchester United de Mourinho, eso es seguro. Ya lo insinuó antes del choque contra las estrellas de la MLS, y visto lo visto esta madrugada en Chicago tendrá que hacerlo, porque algunos de esos problemas que por ahora parecen difusos sí pueden identificarse como pequeños detalles.
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