Hace algunos días, saltaba la noticia de que el Manchester City se había adelantado al Real Madrid por el nuevo prodigio procedente de África, Aminu Mohammed, un jovencísimo futbolista procedente de Ghana al que pretendían los blancos. Fue una pequeña derrota del equipo blanco en su nuevo, y ya habitual, escenario de mercado desde hace algún tiempo: conseguir traer a talentos muy jóvenes y por no mucho dinero, para intentar atar a los cracks del futuro y formarlos en casa en lugar de gastar millonadas en ficharles ya consagrados.
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