Estrellas del fútbol

Las anécdotas de Cristiano Ronaldo que nadie te ha contado

El crack que se construyó a sí mismo

Las anécdotas de Cristiano Ronaldo que nadie te ha contado
Cristiano Ronaldo RS

Conoció siendo adolescente a José Dinis, un chico del barrio fino, atento, y su familia, acaso para quitarse otra boca para alimentar, les dio tres meses para casarse. Tuvieron dos hijos, Elma y Hugo antes de que José tuviera que ir a la guerra a defender a Portugal ante la rebelión independentista de Angola, Guinea Bissay y Mozambique y, ya al volver, nunca más fue el mismo.

Aparecía ensimismado, se dio a la bebida y nació Katia, y cuando finalmente en febrero de 1985 nació Cristiano, el médico le comentó a su madre Dolores «con un peso como este, está para ser jugador de fútbol».
Cristiano Ronaldo Dos Santos Aveiro no llegó en un buen momento familiar. Con su padre ausente y su madre teniendo que trabajar todo el día, todo se complicaba. Dolores pensó entonces en abortar. Una vecina le dijo que bebiera cerveza negra hervida y luego corriera hasta desmayarse…pero no surtió efecto.

Todos recuerdan a Cristiano de niño con una pelota bajo el brazo, no haciendo caso a su hermana Katia a la hora de hacer la tarea escolar para dedicarse al fútbol, y no fue de extrañar que acabara en el club de la zona, el Andorinha, con tan solo ocho años. Era el club que frecuentaba su padre, que allí hacía un poco de todo, también jugaban sus hermanos en categorías mayores, y en el que el capitán era su padrino, Fernando Barros Sousa.

Y aquí comenzó una historia que ya se proyectaría sin límites, porque uno de los grandes propulsores de Cristiano fue su madre Dolores, fanática del fútbol y del Sporting y especialmente de Luis Figo (no casualmente otro número siete), quien lo protegió hasta de los reclamos de los maestros por las desatenciones del chico. Dolores sentía que el fútbol podía ser la tabla de salvación de su hijo y comprendió que hacia allí debía apuntar.

«Hijo, yo no te voy a dejar que un día me mires a la cara y me digas que no fuiste jugador por mi culpa. O por tu papá. Por eso, lucha por tu sueño», cuenta Cristiano que le dijo su madre en el documental La sonrisa de Ronaldo, de 2010.

A los diez años, Cristiano arrasaba en el Andoerinha y acabó siendo contratado por el mejor equipo de Madeira, Nacional, que pagó con dos equipaciones y veinte pelotas. Lo lógico era que Cristiano recalara primero en el Marítimo, que era el club de la zona.

Davide Gomes, uno de sus entrenadores de esa época, parece dar en el clavo: «Un chico normal con una familia estable, que pasa mucho tiempo en casa y que no falta a la escuela, tiene hora y media o dos horas de entrenamiento. Ronaldo venía con 10 a 12 horas por día».

No pasaron muchos meses y ya Sporting de Lisboa lo seguía. Era claramente el mejor jugador de Madeira y entonces Joao Marques de Freitas, presidente de la peña del Sporting en Madeira, llamó al responsable de fichajes del club, Aurelio Pereira, quien había contratado a Futre, Figo, Simao, Quaresma, Nani y Moutinho. Coincidió que Nacional le debía al Sporting 25.000 euros por Franco, un jugador que no hizo carrera, y Cristiano viajó solo a Lisboa.

Quienes lo probaron, cuando tenía doce años, Cardoso y Silva, escribieron en el informe: «Jugador con un talento fuera de serie y técnicamente muy desarrollado. A destacar su capacidad de regate con movimiento o parado. Gran variedad de regates, buenísimo con los dos pies, sin miedo y atrevido».
Lo pusieron en el Sub 14 y, en el segundo entrenamiento, ya era líder. Los directivos del Sporting viajaron entonces a Madeira para hablar con Dolores y le propusieron poner tutores al chico, ella sería consultada siempre y podría viajar a Lisboa tres veces al año, y la mensualidad se depositaría en la cuenta familiar (en el primer año fueron 10.000 euros).

En el Sporting aprendió lo que es la disciplina, el respeto por la autoridad, el trabajo como método para alcanzar el éxito, el resultado como forma de medir.

Cristiano, siendo un adolescente temprano, estaba solo en Lisboa. Se tuvo que planchar su ropa, hacer la cama, lavarse su ropa. «Aprendí mucho, crecí como hombre». Tenía doce años, cuando llegó en 1997, y se fue con dieciocho, en 2003. En su arribo, en Sporting no había ningún chico menor de catorce.

Es en este tiempo, en plena adolescencia, cuando Cristiano comienza a construirse con más conciencia y en este sentido, es revelador lo que cuenta su ex compañero Hugo Pina en el monumental libro Cristiano Ronaldo, la biografía, del español Guillem Balagué, a punto de llegar a Sudamérica.
«Como madeirense, tenía un portugués distinto y en su primer día en la escuela, llegó tarde, lo mencionaron pronto, levantó la mano y cuando habló, muchos chicos se rieron y él se quería ir, se lo dijo a su madre y fue la primera crisis. Pero luego se fue ganando el respeto por su juego y porque siempre fue bromista. Y además, sorprendía por las cosas que hacía, como tratar de correr tan rápido como Thierry Henry, el jugador más veloz. ‘Denme dos semanas y seré tan rápido como él'», decía.

En el equipo había un brasileño, André Cruz, con una masa muscular enorme que levantaba pesas de 90 kilos, por lo que Cristiano dijo que levantaría 95. Practicó y lo consiguió. En su habitación hacía abdominales y brazos todos los días. Era un fenómeno.

«Con catorce años, se levantaba a la noche en silencio para ir al gimnasio. Tenía que saltar una valla y entrar por la ventana. Hacía pesas y corría cuarenta minutos por la cinta. ¡Le tuvieron que poner candados al gimnasio! Una vez me llevó con él de vacaciones a Madeira y salía a correr con pesas en los tobillos, en calles empinadas, con 35 grados de calor. O jugaba con pelotas imaginarias para, según él, ganar en velocidad de piernas», contó Cruz.

También siendo adolescente estuvo tres temporadas cobrando cinco euros por partido como alcanzapelotas en el Sporting (Gabriel Heinze, luego compañero suyo en el Manchester United, lo recuerda).

También a los catorce años, en el Sporting le descubrieron una arritmia cardíaca. Tuvo que suspender los entrenamientos y fue operado y, aunque Dolores pensó que podía ser el final de la carrera, la cirugía fue sencilla. Volvió a entrenarse tres meses más tarde. También en ese tiempo, su hermano Hugo cayó en las drogas y luego volvió a reincidir varias veces, y Cristiano se hizo cargo de las facturas, haciendo de padre de familia, e insistió mucho a su hermano cuando éste se negaba a entrar a una clínica de rehabilitación. Hoy está totalmente recuperado.

Al poco tiempo de su debut en Primera, el recordado crack español de los 60, Luis Suárez, fue enviado por el Inter para verlo en un Belenenses-Sporting, como consejero del presidente Massimo Moratti. «Tenemos que ficharlo, será uno de los mejores del mundo», le dijo, a lo que el dirigente le preguntó la edad (16) y respondió «bah, nosotros fichamos figuras consagradas». «Cuesta 2 millones de dólares, yo pongo uno de mi bolsillo», insistió Suárez.

Fuente original: Sergio Levinsky/Leer más

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