Después de unos minutos ligeros del Madrid, volvió el sistema de zanjas. Madrid en obras. Los equipos no daban tres pases y ni siquiera tres pasos, las presiones se imponían. Tan congestionado estaba el tránsito que Cristiano bajó otra vez a por la pelota. Con cierta impaciencia combinó y chutó de lejos con la zurda, para ver de nuevo la manopla titánica de Oblak. El Atlético llegó por primera vez en el 22, mediante Koke.
El Atleti conseguía obstaculizar el juego del Madrid y Cristiano, sin Benzema, bajaba a su antigua zona de origen. Allí le sacó a Juanfran, víctima propiciatoria, un balón parado que remató Varane y detuvo de nuevo Oblak. El partido empezaba a tomar un cariz personal, y el Madrid iba arrancando ocasiones, trabajosamente, con esfuerzo. Es la paradoja de los derbis ante el Cholo. Las ocasiones al Madrid no le llegan, como es costumbre, sino que se las trabaja, las extrae, mientras que al Atleti le van cayendo, poco al principio, mucho después. Koke le puso un balón muy claro a Costa, lento ante Navas. Era la mejor ocasión visitante en la primera mitad, según recoge Hughes en ABC.
Costa, acierto aparte, hacía un importante papel de tuneladora. Una labor anterior al juego de abrir espacios y posibilidades. Con Varane no pudo, en cualquier caso.
A la altura de la media hora el Atleti era ya un claro asentamiento alrededor de Oblak, asfixiando toda vida posible en la media punta blanca. Y ya le surgían los espacios, abortados siempre por el acierto de los defensas del Madrid. Ahí se esbozó un poco de lo que sería el partido en la segunda mitad.
El Madrid agravó su juego por la izquierda con llegadas de Bale, y de Marcelo, señal de que el partido se hacía más serio. El tam tam blanco invoca siempre al lateral. Chutó al larguero, e inmediatamente insistió Carvajal. Era un todos contra Oblak literal: casi todos habían probado al portero atlético en un emocionante asedio. Oblak es un portero-montaña alrededor del cual se puede extender un equipo
Aun quiso Simeone decir algo y metió a Gameiro, para que nadie le pudiera reprochar cicatería. Griezmann, tras un control superlativo, le dejó un balón clarísimo a Correa, que volvió a perdonar. Fueron tres mano a mano desperdiciados por el Atleti, en una segunda parte que fue suya muchos minutos. El Madrid, lanzado de nuevo por un gran Varane, terminó atacando como se le exige, aunque casi con diez, pues Lucas andaba cojo y los cambios se habían agotado. Si en la primera mitad había empujado por Marcelo, fue Carvajal el pulmón de esos últimos minutos.
En un derbi con muchos ingredientes, pero sin la intensidad ni el tono que da lo trascendente, Cristiano y Griezmann, las estrellas, fueron los únicos capaces de alterar las cosas.
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