Cuando se habla de los futbolistas –y los deportistas en general–, se les suele valorar como si de máquinas se tratara. No se valora su pasado ni lo que hay detrás. «Son profesionales que cobran millones», es uno de los argumentos más repetido.
Y aunque probablemente es cierto, Cesc Fabregas demostró en el programa ‘Samanta y la vida de’ transmitido en Cuatro, que hay cosas que hasta al más fino de los analistas se le escapan.
El jugador del Monaco, que reconoció que se retirara pronto del fútbol, habló del peor momento de su vida, que tal y como se pudo ver, aún le afecta.
«A día de hoy todavía me sienta mal… Yo tenía 14 años cuando mis padres se separaron. Es una cosa que he llevado dentro más de la mitad de mi vida, pero siempre lo llevo ahí, es una tristeza recurrente, no lo supero», reconoce Cesc desde Arenys de Mar, Barcelona, para luego describir con detalles la situación como si la estuviera viviendo.
«Siempre me voy a acordar que era un domingo por la tarde. Nos llamó mi padre diciendo que era una reunión familiar. Yo pensaba que era que iba a ser que mi madre estaba embarazada, porque todo hasta entonces había sido muy normal. Pero a mi padre se le veía afectado y mi madre tomó la palabra.
Cuando nos lo dijo me quedé en shock. Recuerdo subir a mi cuarto y dar un puñetazo a la pared. A mí me distorsionó un poco. Era un chico con las ideas muy claras, tenía una vida muy estable y eso rompió mi cabeza. Mi hermana era diferente porque ella se adapta. Pero para mí fue un problema muy grande»
Fue allí cuando resaltó la importancia que ha tenido el fútbol en su vida: «Cuando digo que el fútbol es mi vida, es que es así. Era mi manera de olvidarme los problemas y de disfrutar», explicaba.
El programa también estuvo repleto de anécdotas graciosas, como cuando la madre del futbolista español conoció a uno de sus compañeros en El Arsenal:
«Fui a Londres al cabo de un mes y, esperando a que él saliera, salió un armario de metro noventa, con boina tope fashion, eso sí», comentaba con Gracia Nuria Fábregas. «Y luego aparece mi pequeño. Le pregunto quién es este y me dice: ‘Sol Campbell, mamá. Es el capitán de la selección inglesa’. Pero juega contigo, ¿verdad? ‘Sí, es defensa’, me dijo. ¡Qué bien! ¡Ya estoy tranquila!».