Apenas unas horas después de haber encajado dos derrotas consecutivas en casa –una dolorosa caída ante el Barcelona en el clásico y una goleada en Champions frente al Milan–, el equipo merengue volvió al césped de Valdebebas con la mirada fija en el choque contra Osasuna.
La mañana en la ciudad deportiva fue tensa y reflexiva. El técnico Carlo Ancelotti y sus jugadores hicieron autocrítica, intentando comprender las causas de un inesperado bajón de rendimiento. Con tres derrotas a inicios de noviembre, el conjunto blanco ha perdido más partidos que en toda la temporada anterior. La urgencia de una reacción es palpable, y Ancelotti lo sabe. Con apenas tres días para preparar el próximo duelo, la consigna es clara: Osasuna se convierte en la oportunidad de resarcirse.
La afición madridista, que se marchó decepcionada antes del final del partido contra el Milan sin esperar la típica remontada europea, demanda respuestas inmediatas.
El duelo del sábado a las 14:00 en el Bernabéu es un nuevo examen en el que los blancos necesitan no solo los tres puntos, sino recuperar la confianza y el espíritu de remontada que caracteriza al club.
Ancelotti, sin tiempo para lamentarse, ha intensificado los entrenamientos en Valdebebas. Mientras los titulares trabajan en la recuperación, los suplentes como Fran García, Jesús Vallejo, Dani Ceballos, Arda Güler, Endrick, Brahim Díaz y un Rodrygo Goes recién reincorporado tras una lesión, se ejercitan con más intensidad, buscando ser la chispa de una posible reestructuración táctica.
Las lesiones también pesan: Thibaut Courtois, David Alaba y Dani Carvajal siguen en la enfermería, y su vuelta no parece cercana. Esto obliga a Ancelotti a considerar cambios estratégicos para enfrentar al Osasuna. Con los ojos de la afición sobre ellos y la necesidad de cambiar el rumbo, el Real Madrid tiene en el partido del sábado una cita con su propia historia y la urgencia de recobrar la grandeza que su camiseta representa.