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Barcelona 3 - Elche 1

Lamine Yamal regresa con gol y orgullo: el Barça se reencuentra ante el Elche

Tras semanas marcadas por polémicas extradeportivas y su ruptura con Nicky Nicole, el joven diez blaugrana volvió a brillar con un tanto y un gesto al escudo en la victoria 3-1 sobre un Elche combativo.

Paul Monzón 03 Nov 2025 - 03:27 CET
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El viento de Montjuïc sopló distinto esta tarde. No fue solo una victoria del Barcelona; fue un acto de redención. Entre murmullos, cámaras y titulares que hablaban más de su vida sentimental que de su zurda prodigiosa, Lamine Yamal saltó al césped con el peso de la expectación y el deseo de volver a hablar en su idioma preferido: el fútbol.

El Elche, valiente y sin complejos, amagó con un inicio travieso, pero duro poco el espejismo. A los nueve minutos, la perla culé rompió el hielo con una jugada marca registrada. Control, recorte y zurdazo a la escuadra. Gol. Dos meses después, Yamal volvió a besar el escudo como quien se reconciliaba con su identidad. Gesto y mensaje en uno: “aquí estoy”.

El Barça, que aún lamía las heridas del Clásico, encontró en esa chispa su bálsamo. Ferran Torres amplió la ventaja apenas dos minutos después, coronando una jugada explosiva de Fermín, quien interpretó otra actuación descomunal. El marcador 2-0 parecía conducir a una tarde tranquila, pero el fútbol, ​​caprichoso, quiso darle drama. Rafa Mir recortó con un golazo antes del descanso y permitió soñar a los ilicitanos.

La segunda parte fue un pulso de voluntades. Flick apostó por una presión alta y el Barça respondió con ritmo renovado. Rashford vendió el 3-1 con un disparo impecable al travesaño y dentro, mientras Yamal se mostró eléctrico, generoso, deseoso de reivindicarse no solo ante el público, sino ante sí mismo.

Cuando el técnico lo sustituyó en los minutos finales, el estadio se levantó. Ovación cerrada, miradas de complicidad. Era más que un aplauso: era perdón, reconocimiento y alivio compartido.

El Barcelona cerró la jornada con la misión cumplida y la distancia intacta con el Real Madrid. Pero el resultado, esta vez, fue anecdótico. Lo verdaderamente relevante fue ver a Yamal sonreír entre flashes, despojado de ruido y envuelto nuevamente en el lenguaje que mejor domina: el del gol.

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