‘Plomo en los bolsillos’ (Editorial ‘Libros del K.O.’) recoge dieciséis episodios del Tour que combinan historias trágicas y divertidas sazonadas con alguna gran victoria y varias sonadas derrotas. Un día después de la victoria en la ‘Grande Boucle’ de Bradley Wiggins, conversamos con su autor, Ander Izagirre:
Pregunta: ¿Ha sido un Tour descafeinado?
Respuesta: No diría descafeinado, sí que diría que le ha faltado emoción por el triunfo final y hemos echado de menos que hubiera más batalla, eso es indudable.
Pero no comparto las críticas que hace mucha gente porque a mí por ejemplo antes de que empezara el Tour casi me apetecía que por lo menos un año ganara un ciclista del estilo de Wiggins porque me parece que es otro tipo de ciclismo. Yo me acordaba mucho de Olano, que se le denostó cuando era un gran corredor que explotaba sus posibilidades que era sacar tiempo en la contrarreloj y luego aguantar como pudiera en la montaña, y eso no es tan espectacular como los escaladores explosivos pero es otro tipo de ciclismo que me parece legítimo que cada uno intente ganar como pueda. Y Wiggins no sólo ha sido el mejor en las cronos, sino que en la montaña nadie de otro equipo le ha puesto en duda. Sí nos hemos quedado con las ganas de ver a Froome a tope, pero esta historia tampoco es nueva, esto pasó con Hinault y Lemond, con Ullrich y Riis…
Pregunta: Wiggins ha entrado en la historia por ser el primer británico que gana el Tour de Francia, empeño en el que se dejó la vida su compatriota Tom Simpson escalando el Mont Ventoux…
Respuesta: Es un episodio muy impactante: un ciclista que muere escalando. De vez en cuando alguno ha muerto cayéndose en un descenso pero alguien que está subiendo y que revienta de sufrimiento y llega hasta tal límite…es terrible, por eso quizá es la muerte más conocida del Tour. A mí eso me da a pensar dos cosas, una, la más obvia, que es el dopaje, que es un eco que hay desde el principio de la historia del Tour hasta hoy en día, es un elemento innegable del Tour, la trampa del dopaje, al igual que hay otra parte que son los valores buenos.
Y luego me hace pensar mucho en un tema, que creo que aparece en el libro, que es el misterio del ciclismo: gente que se pone en un límite físico de sufrimiento muy extremo y muchas victorias se juegan en un «a ver quien aguanta más en ese filo».
La imagen de Simpson muriendo en la gravilla, caído… hay alguna foto de él unos minutos antes que se le ve entregado encima de la bici, y a mí me asombra que alguien pueda estar minutos antes de morir todavía empeñado en pedalear, en esforzarse, es una cosa muy fascinante del ciclismo
Pregunta: Simpson había consumido anfetaminas y alcohol antes de caer desplomado…estamos hablando de los años 60. En materia antidopaje, y viendo los casos de la última década, ¿hemos avanzado o retrocedido?
Respuesta: Lo que ocurre es que en los años 60 e incluso antes ya se recurría al dopaje pero no había controles, entonces tampoco había una idea clara de la trampa.
Es como la vida, una carrera paralela, entre la trampa y el que persigue la trampa. Lo que pasa que los primeros años no había conciencia de trampas, los ciclistas hablaban abiertamente de todas las cosas que tomaban. El dopaje siempre ha estado ahí, lo que pasa que la conciencia de que esto es un peligro y una trampa es más reciente. De hecho el primer control antidopaje del Tour se instaura después de la muerte de Simpson, en el año 68, ya bastante tarde.
Y ya en los últimos años, ha habido escándalos tan enormes que han perjudicado muchísimo a la credibilidad del Tour. Cada año o cada dos años estamos queriendo creer que esto ha cambiado. Wiggins sin ir más lejos ha hecho una bandera del antidopaje, y hay gente que cree que ahora este deporte es más aburrido pero lo cierto es que los ves que van todos más justitos, pero al menos es más creible, ninguno ha hecho una exhibición estruendosa. Con reservas queremos creer que el Tour ahora es más limpio y lo que esperamos es que haya varios años sin grandes escándalos y que nos permita a creer un poco más en el ciclismo.
Pregunta: ¿Eres partidario de ‘humanizar’ el Tour, recortando número de etapas o eliminando puertos, para evitar tantos casos de dopaje?
Respuesta: No estoy de acuerdo con este planteamiento, no todo es ‘culpa’ de la dureza del recorrido porque también hay dopaje en los 100 metros lisos. El dopaje no se hace solo para resistir, sino para ganar al rival, entonces cualquiera que sea el recorrido el que tiene pensado hacerlo lo va a hacer.
Es verdad que los recorridos excesivamente duros suponen un desgaste demasiado fuerte, pero no creo que el Tour estos últimos años se esté pasando. El Giro, por ejemplo, le ha metido mucha más dureza y se puso de moda eso de meter subidas por carreteras, por pistas de cabras, por carreteras de tierra… A mí eso no me gusta, buscar esa espectacularidad en una cosa que es casi circense, no me gusta. Prefiero puertos clásicos, etapas con estrategia… Un exceso de dureza no es recomendable y no es una cuestión de dopaje.
Pregunta: Luis Ocaña fue el único ciclista que puso en aprietos a Merckx ¿está lo suficientemente reconocida la figura de Ocaña en nuestro país?
Respuesta: Al escribir el libro, en varios capítulos me he dado cuenta de que el triunfo no es la única manera memorable de pasar a la historia. De Ocaña recordamos más el Tour que perdió por una caída, que ese sí era el Tour en el que estaba machacando a Merckx que el que ganó. Fue un ciclista de muchísima categoría y un personaje muy trágico, muy desgarrado, que acabó suicidándose, y en su momento de mayor gloria se cayó. Es un personaje de los más interesantes del Tour y del ciclismo español sin duda.
A veces nos limitamos a contar el palmarés y hay una frase muy buena de Poulidor [que subió al podio ocho veces pero nunca ganó la ronda gala]que decía: «si yo hubiera ganado un Tour nadie se acordaría de mí». Y es verdad porque ganadores de un sólo Tour hay muchos que no recordamos y a él le conoce toda Francia. Pero alguien que lucha, que pelea, que está a punto de ganar a los mejores pero no gana, también pasa a la historia. Y es el caso de Ocaña, que tuvo a ‘El Canibal’ contra las cuerdas, pero no le ganó.
Pregunta: ¿Perder un Tour por despistarse y llegar tarde a la salida de una etapa prólogo es algo que solo podía ocurrirle a un corredor con un carácter como el de Pedro Delgado?
Respuesta: Sí. Seguramente eso no le hubiera pasado nunca a Induráin. Volvemos a la misma idea que comentábamos antes con Ocaña. De Perico recordamos más el Tour que perdió por llegar tarde que el Tour que ganó. A la hora de pasar a la historia hay otras maneras igual más eficaces que la victoria que son algunas derrotas sonadas y perder el Tour de esa manera es mucho más memorable.
Pregunta: En el libro dices que «Induráin pisaba los podios de puntillas pero sus victorias eran estruendosas». ¿Crees que las críticas que recibía el navarro por parte de algunos pesos pesados del ciclismo eran más por ser español y dominar la ronda gala de esa manera que por su forma de correr?
Respuesta: Hay un ingrediente que es que les fastidiaba que no fuera un campeón muy épico o amante de las estridencias. Aún siendo español si esos cinco Tours los hubiera ganado al estilo de Perico yo creo que no lo habrían criticado. Los franceses viven su ronda de una manera muy espectacular.
Por eso me parece que corredores como Wiggins ahora u Olano en su día -a pesar de que él no ganó el Tour- que son muy reivindicables: campeones que tienen una manera de correr pero no son escaladores explosivos, que parece que solo es lo que vale para algunos. En el Tour hay una necesidad como de épicas muy estridentes pero no olvidemos que Induráin también dio grandes exhibiciones en la alta montaña, aunque lo suyo está claro que eran las cronos.
Pregunta: Lance Armstrong es el perfecto ejemplo de persona que vence al cáncer…y al Tour. Cuando le diagnosticaron el tumor los médicos le daban muy pocas posibilidades de seguir vivo. No solo sobrevivió, sino que fue capaz de ganar la ronda gala y además ganó donde otros ‘perecieron’: él fue capaz de superar la cota de los cinco Tours, algo que no pudieron hacer Anquetil, Mercx, Induráin. Sin embargo ¿no temes que ese ejemplo de vida y superación quede manchado con esas sospechas de dopaje?
Respuesta: La del americano es una historia atractiva por eso mismo: es una historia valiosa de superación pero ahora con claroscuros, con su parte inquietante. Hasta el momento no se ha probado nada y también es cierto que todos los compañeros menos uno que tuvo en los podios de París durante esos siete Tours que ganó estuvieron implicados en casos de dopaje lo que te hace pensar que en aquellos años el ciclismo estaba muy sucio.
El ciclismo tiene un problema de credibilidad y le afecta también a su gran campeón, pero de momento no ha salido nada concluyente y nos quedamos con la duda en el aire. Es complicado poner la mano en el fuego por alguien. Lo que he querido desmontar es ese argumento de que Armstrong ganó el Tour porque le dejaron tomar medicamentos prohibidos a causa de su enfermedad y que le hicieron mejorar su rendimiento: él antes de eso ya era un grandísimo ciclista y ganó un Mundial con 22 años por delante de Induráin. El problema que tiene el Tour es que no cierra las historias: ves a un campeón en los Campos Elíseos y no sabes si a los cuatro meses le van a quitar el maillot y se lo van a dar a otro.
Pregunta: Como espectador, ¿qué te ha parecido la retransmisión de TVE con ese handicap de no poder viajar al Tour este año por los recortes que sufre la television pública?
Respuesta: Igual faltó algo de frescura porque al no poder estar ahí no tienes información fresca de primera mano. En todo caso las retransmisiones me parecen muy buenas y Carlos de Andrés y Pedro Delgado tienen un mérito enorme. Hacen lo que pueden con lo que tienen y yo como espectador sigo muy a gusto las retransmisiones que hacen.
Pregunta: ¿Hay alguna carrera que nunca se retransmite que mereciera la pena que alguna televisión en abierto apostara por ella?
Respuesta: En el País Vasco tenemos la ventaja que ETB apuesta mucho por el ciclismo y aquí vemos el Giro, el Tour y la Vuelta y también las clásicas. Si reducimos el ciclismo a las grandes vueltas lo limitamos mucho. Las clásicas son muy espectaculares y donde se ve el ciclismo más bonito, al ser un solo día no se especula nada.
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