De la mejor manera y en casa, la selección española femenina de waterpolo se ha convertido en campeona del mundo tras derrotar en la final a Australia (8-6), cerrando el círculo virtuoso que abrió hace un año cuando se convirtió en subcampeona olímpica en Londres.
Es la historia de un éxito compartido que se repite cada verano desde hace dos años. En 2011 fue el Mundial júnior de Trieste (Italia), donde empezó todo con un oro en el que nadie creía. El año pasado en Londres, donde sorprendieron al mundo del waterpolo y llegaron al segundo peldaño del escalón. Hoy han tocado el cielo.
Fieles a su estilo. Salieron con el convencimiento de la victoria. Sabían que ellas iban a ser las estrellas de la noche y no fallaron. De hecho, las ‘guerreras’ nunca fallan, ni siquiera en la derrota. Hoy todo el mundo que se dio cita en las piscinas Picornell sabía quien iba a ganar y el equipo de Oca lo demostró a las primeras de cambio.
Maica García fue la encargada de abrir el marcador. La boya española fue fundamental. Abrió espacios y forzó exclusiones, fuera quien fuera su defensora. En la segunda exclusión, España volvió a anotar (0-2) y a pesar del 1-2 marcado por Arancini, las ‘guerreras’ se sintieron superiores.
Una incontestable defensa, máxima concentración y ni una concesión. La tercera y también la cuarta superioridad de España fueron aprovechadas por las de Oca, aunque Australia también rentalibilizaba las suyas.
El 3-5, marcado por Roser Tarragó a 1:16, dibujó lo que ocurría en la piscina. La española tiró desde seis metros a la desesperada, a Kelsey Wakefield, una de las mejores porteras del Mundial, se le doblaron las manos y a las ‘aussies’ se les encogió el alma un poco más.
Laura López puso más cerca el título en el primer minuto del penúltimo acto (3-6). Se multiplicaba la defensa, Laura Ester, a pesar de sus 170 centímetros, parecía haber tejido una enorme tela de araña en su portería, y las oceánicas -tremendo físico- cada vez tenían menos fe en la remontada.
En el último cuarto, Maica García puso el 4-7, Jennifer Pareja el 5-8, mientras Laura Ester seguía parando y agigantaba a su equipo que por entonces ya sobrevolaba sobre el agua de las Picornell.
El título es el premio de la perseverancia y del trabajo bien hecho. La demostración de cómo plasmar una idea y llevarla a la práctica. Una historia que empezó hace dos años y que año a año ha tenido continuidad. Cada verano, prácticamente un éxito, un campeonato mundial júnior, una plata olímpica y ahora el colofón, una medalla de oro.
El equipo femenino de España sigue la senda del equipo masculino. Aquel que consiguió también un campeonato mundial, con Miki Oca, hoy en el banquillo, entonces en el agua.
Esta es la historia de un éxito compartido que se repite cada verano. Trieste, Londres, Barcelona.