Con el español Joaquim 'Purito' Rodríguez (Katusha) y el polaco Rafal Majka (Tinkoff-Saxo) acompañándolo en el podio final

El italiano Fabio Aru gana la 70ª edición de la Vuelta a España

El italiano Fabio Aru gana la 70ª edición de la Vuelta a España
Fabio Aru. VE

El ciclista Fabio Aru (Astana) se ha proclamado este domingo vencedor de la 70ª edición de La Vuelta a España, con el español Joaquim ‘Purito’ Rodríguez (Katusha) y el polaco Rafal Majka (Tinkoff-Saxo) acompañándolo en el podio final.

El italiano ha sido coronado en Madrid, tras la vigésimo primera y última etapa disputada entre Alcalá de Henares y Madrid (Cibeles) de 98,8 kilómetros, que se ha adjudicado al sprint el ciclista alemán John Degenkolb (Giant).

EL ESCALADOR VALIENTE A LA SOMBRA DE CONTADOR

Aru es un escalador muy valiente en carrera que sigue la huella de Alberto Contador, su ídolo y su referente fundamentalmente por su manera de correr, agresiva, siempre al ataque y en busca de la victoria.

Si por algo se distingue el corredor nacido el 3 de julio en San Gavino Monreale (Cerdeña) es por su determinación en cuanto la carretera se empina. Nunca se esconde ni rehuye su responsabilidad de líder cuando no está Vincenzo Nibali, el indiscutible jefe de filas de Astana y otro ciclista nacido para atacar.

Dio la cara en 2014 en Giro y Vuelta y ha repetido en 2015. Así, con 26 años, suma ya tres podios y cuatro Top-5 en las grandes carreras de tres semanas.

El año pasado ya fue tercero en la corsa rosa en su advenimiento como corredor de elite y quinto en una Vuelta a España a la que llegó sin obligaciones pero en la que brilló ante buena parte de lo más granado del pelotón internacional.

Este año ha subido un peldaño en su carrera cediendo en el Giro solo ante Contador. Al que, a pesar de la admiración y el respeto que le profesa, no paró de buscarle las vueltas. Y se ha hecho con un brillante triunfo en la Vuelta en una etapa para la historia por la sierra madrileña.

Aunque Dumoulin se mostraba como una roca indestructible hacia la roja definitiva, Aru no dejó de retarle y retarle. Buscando equivocadamente un mano a mano camino a Riaza o echando mano de la táctica, como demandaba la situación, ya hacia Cerdedilla, epílogo real la carrera antes del homenaje al ganador en Madrid.

Lo de Aru y su equipo el sábado fue una especie de Fuente Dé, una de las obras maestras de Contador, el ídolo, la referencia de un corredor, por contra, huidizo de las exigencias mediáticas que sufre una estrella como el de Pinto.

COMPAÑERISMO

«Mi amigo Paolo Tiralongo que ayuda a tener los pies en el suelo, a mantener un perfil bajo», ha desvelado el sardo, que siempre tiene en sus discursos a sus compañeros. Incluido a Mikel Landa, a quien dedica palabras y agradecimientos muy alejados de los que se pudiera pensar antes las situaciones que han vivido ambos este año en Giro y Vuelta, con el español sometido a los intereses del italiano.

Aru ahonda en su perfil bajo cuando se declara un ferviente defensor del trabajo, los entrenamientos, las concentraciones y la mejora continua. No quiere «distracciones», sino «centrarse» en unos objetivos cada vez más ambiciosos a medida que va añadiendo dominio de otras especialidades a su ya natural fortaleza en la montaña.

Como la contrarreloj, a la que debe una parte de su triunfo en la Vuelta. Si en el Giro fue su tumba ante el espléndido Contador del arranque de la carrera, en la Vuelta en la crono llana de Burgos marcó diferencias con su gran rival entonces, Purito Rodríguez. Y aguantó el tirón de Dumoulin, al que mantuvo siempre a un suspiro hasta ‘reventarle’ el sábado en La Morcuera.

En ese puerto madrileño fue donde llevó a cabo su ataque definitivo. De lejos, como le gusta a Contador, su ídolo, su referente, su huella a seguir.

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