Todo tiene un límite. Así lo demuestra el último gesto del presidente de UFC, Dana White, que tras resistir estoicamente con la esperanza puesta en que su gallina de los huevos de oro, Conor McGregor, regresase al octógono para defender el título del peso ligero obtenido en noviembre de 2016 frente a Eddie Álvarez, finalmente ha optado por retirar el cinturón al luchador irlandés tras casi un año y medio sin pelear por mantenerlo. Es el segundo cetro del que es despojado, el primero por incompatibilidad al estar en dos categorías simultáneamente y este por inactividad y una rebeldía que tiene su origen en las altas pretensiones económicas dado el alto caché que ha adoptado en los últimos años.
Cabe recordar que el pasado verano McGregor metamorfoseó en boxeador para batirse en duelo contra Mayweather, en un previsible duelo tan mediático como rentable. Los bolsillos del irlandés se llenaron y, Dana White, no ha aguantado más el bloqueo que se estaba llevando en una de las divisiones más competitivas de la compañía de las tres letras. «(McGregor) ganó mucho dinero y quiere pasar un tiempo sin pelear, es normal, yo creo que existe incluso una posibilidad de que nunca vuelva a luchar después del dinero que ganó», incidió en el medio «TZM Sports». Eso sí, pensando en las arcas de la organización, no pierde la esperanza de verle batallear frente al peleador que conquiste el título que deja vacante. «Me gustaría que se enfrentara al ganador del Khabib-Ferguson», zanjó.
El objetivo de este movimiento por parte de la UFC era apaciguar los ánimos de muchos luchadores que denunciaban un trato de favor hacia el irlandés por parte del presidente. Deportivamente es una jugada lógica, pues ostenta el dudoso honor de ser el peleador con más días en su casillero sin defender el título y en su caso por una inactividad voluntaria, pero McGregor ha demostrado ser sinónimo de beneficios. No obstante, lejos de calmarse el ambiente, ha estallado.
Fuente original: Álvaro G. Colmenero; ABC/Leer más
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