En sólo su segunda participación, Jon Rahm ya es un golfista con perfil para luchar cada año por el Masters de Augusta. A sus 23 años lo demostró. Fue cuarto y estuvo en la pelea hasta el final, cuando se vio obligado a tomar riesgos en el hoyo 15 y fue al agua. Allí se despidió el de Barrika. Mientras el estadounidense Patrick Reed despegó con el margen de la amplia renta de golpes (seis sobre el español) hasta vestirse con la Chaqueta Verde, según recoge Juanma Bellón en as.
Rahm salió al día final con la motivación positiva de haber firmado dos días brillantes en las jornadas anteriores. “La del sábado, de 65 golpes, fue una de mis mejores vueltas”, contaba el de Barrika que salió desde el tee del 1 con su espíritu de juego ofensivo, pero con la calma que exige Augusta, que en 2017 no encontró, pero que en esta edición sí: “Estaba muy enfocado en dejar la bola en la calle y buenos putts para no hacer bogeys”. En las jornadas decisivas Rahm podrá ganar o no, pero siempre se crece y saca lo mejor de sí.