El secreto mejor guardado para el récord de Eliud Kipchoge

El secreto mejor guardado para el récord de Eliud Kipchoge
El secreto mejor guardado para el récord de Eliud Kipchoge RS

Todo el mundo tiene un secreto, aunque sea confesable. El debate de los últimos días –más allá de las 41 liebres empleadas o el avituallamiento a la carta que recibió cada poco– apunta a los pies. Allí abajo, el keniata Eliud Kipchoge calzaba un prototipo a su medida, dos zapatitos de Cenicienta llamados Nike Alphafly que le propulsaron hacia la hora y 59 minutos y pico. «Es la zapatilla perfecta», la describió. Un día después, en Chicago, Brigid Kosgei rebajaba en 81 segundos la plusmarca mundial de maratón femenina armada con las Nike Vaporfly Next%. Esta vez con rivales alrededor y la meteorología a su libre albedrío, por lo que la marca sí ha sido homologada para siempre, según recoge el autor original de este artículo Raúl R.Vega en 20minutos y comparte Francisco Lorenson para Periodista Digital.

Apenas hay espacio en una zapatilla para tanta innovación, parece un Fórmula 1: cuatro cámaras de aire, suela perfilada, almohadilla de espuma, superficie que repele el agua, cordones ligeramente inclinados y placas de fibra de carbono. Todo en armonía para reducir el esfuerzo del atleta al pisar y asegurar el retorno de un porcentaje de la energía de la pisada cuando el pie viaja por el aire. Es decir, correr más rápido esforzándose menos.

«Estamos muy emocionados por ver como la zapatilla sigue superando los límites del rendimiento humano en maratones de todo el mundo», aseguraba hace unos días Bret Holts, vicepresidente de Nike Running.

Hablando de rendimiento, según expertos y la propia casa fabricante, la primera versión de las Vaporfly lo mejora un 4%, cifra que aumenta hasta quién sabe cuánto en las Next% y Alphafly. La pregunta sale sola: ¿es dopaje tecnológico?

Para responder, lo primero es mirar las reglas, que son bastante claras en este aspecto: «Unas zapatillas no deben estar construidas de modo que proporcionen a un atleta una ayuda o una ventaja injusta. Cualquier tipo de calzado debe estar razonablemente al alcance de todos en vista del espíritu de universalidad. Cuando haya evidencias de que no se ajusten al reglamento las zapatillas pueden ser sometidas a estudio y si hay incumplimiento puede prohibirse que sean usadas en competición», reza el artículo 143.2 del reglamento de la Federación Internacional (IAAF).

Y es obviamente la IAAF quien tendrá que comerse el marrón/responsabilidad de decidir al respecto, pues son ya muchas las voces que piden la prohibición del calzado mágico. Y también muchas las que no.

«Yo en un principio no estoy en contra de usar estos prototipos de zapatillas», resume Pablo Villalobos, antaño maratoniano de élite y ahora corredor de montaña. «Es normal que las marcas desarrollen innovaciones buscando mejoras de rendimiento o calidad. La que tiene que estar activa es la IAAF haciendo los estudios necesarios para ver si la mejora de rendimiento es significativa y conlleva un beneficio por la tecnología».

El problema no parece que vaya a eternizarse, pues el propio presidente de la IAAF, el mítico Sebastian Coe, ya anunció en Marca que «posiblemente haya una solución antes de final de año». Para ello ha quedado constituido ya un grupo de trabajo en la Federación. No queda claro todavía, eso sí, que en caso de prohibición o veto, esta se ciña solo a los modelos Nike, habida cuenta de que la marca de Oregon fue fiel patrocinadora de Coe durante sus años mozos.

La historia recuerda, años atrás, a los famosos bañadores que revolucionaron la piscina, aquellas prendas de poliuretano, neopreno y demás materiales impermeables que colapsaron el libro de la natación mundial con más de 200 récords en apenas dos años. Al final, las aguas volvieron a su cauce y los nadadores tuvieron que seguir esforzándose para flotar.

«Siempre hay críticas»
Kipchoge no pudo ayer evitar hablar sobre la polémica de las zapatillas, aunque tampoco profundizó: «Si alguien critica nuestro desempeño, está bien. Siempre hay críticas. No se puede evitar que suceda, pero puedo intentar dejarlas para que no se me metan en la cabeza».

 

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