Federer da una nueva lección ante Murray en la segunda jornada del grupo B

Federer da una nueva lección ante Murray en la segunda jornada del grupo B
. EFE/Archivo

El número dos del mundo, el suizo Roger Federer, venció hoy con contundencia y celeridad al británico Andy Murray, por 6-4 y 6-2, en la segunda prueba de ambos en la liguilla inicial de las Finales de la ATP, en Londres.

Tanto Federer como Murray, que resolvieron el encuentro en una hora y dieciséis minutos, habían ganado su anterior partido en el grupo B, contra el español David Ferrer y el sueco Robin Soderling, respectivamente.

Tras un arranque algo igualado en el que el héroe local, mejor tenista británico del momento y número cinco del mundo, pudo, al menos, dificultar la tarea a Federer, las buenas opciones llegaron con frecuencia para el suizo y ya no hubo marcha atrás.

La mayor diferencia entre ambos fue precisamente que el más veterano del torneo, a sus 29 años, logró aprovechar las ocasiones que le brindó el partido, mientras que su rival las dejó escapar.

Además, Murray, ganador esta temporada de dos títulos frente a los cuatro de Federer, también pagó caros sus propios errores, con veintiséis errores no forzados en el partido.

En concreto, el primer juego de la segunda manga, cuando el escocés servía, se lo ‘regaló’.

Fue el juego más largo de ese parcial, donde Murray salvó dos bolas de «break», una de ellas con un saque directo, y disfrutó de tres ventajas. Sin embargo, Federer se atrevió con subidas a la red, donde buscaba los errores de su contrincante.

Murray no se amedrentaba, pero era consciente de que llevaba el primer set perdido y le había vuelvo a ofrecer una gran oportunidad a Federer para poner ese segundo de su lado.

La clave fueron dos pelotas de Murray que no superaron la red y dieron la ventaja y el juego a Federer.

El golpe resultó duro para el público, que apoyaba sin duda a su único tenista con posibilidades de estar en el «top 10».

El duelo avanzó con menos complicaciones para Federer. Los ánimos del escocés iban cayendo y el resultado se veía venir a larga distancia. Hicieron falta ocho juegos en esa segunda parte para poner fin a la angustia de Murray.

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