No sé si soy el mejor sobre tierra. Tengo uno de los mejores registros y eso es fantástico
26 años y siete Roland Garros, pero con la misma motivación y alegría como si fuera el primero. Así se ha mostrado Rafa Nadal en la rueda de prensa que concedió tras celebrar su séptimo título.
Con los números en la mano y con las imágenes en la retina de los aficionados, Nadal sentenció con toda razón, que esta era, probablemente, su mejor temporada en tierra batida.
Las victorias en Montecarlo, Barcelona y Roma, sin ceder un set, le dieron la confianza necesaria para llegar a París con las pilas cargadas y la raqueta afinada para ganar en el Grand Slam francés:
«Pase lo que pase, soy consciente de que mi temporada va a ser buena. Esa es la tranquilidad que te da una victoria como esta».
También confesó que enfrentarse a Djokovic por primera vez en la final en su cancha predilecta le suponía un gran desafío:
«Disfruté la final de hoy. Sufrí, pero la disfruté. Nunca sabes si volverás a ganar. Estuve jugando este partido desde el viernes por la tarde».
En su análisis del partido, Nadal destacó la importancia del factor mental en su duelo contra el serbio, que intentaba completar en París los cuatro Grand Slam de manera consecutiva:
«Ha sido una final complicada, sobre todo los últimos dos sets. Antes quizá no, pero mentalmente era complicado. Había perdido tres finales de Grand Slam contra él».«En la final creo que hubo un poquito más de nervios de lo habitual. Empecé jugando fantástico, después se me complicó».
Nadal inició el encuentro el domingo rompiendo el servicio del número uno del mundo y subiendo un 3-0 al marcador, con bola para el 4-0. Después, la lluvia se invitó a la final y llegaron las interrupciones.
«Las condiciones eran muy inusuales. La pelota estaba más pesada que nunca. Al final, regresó el bote, durante la última media hora. En mi opinión, las condiciones eran mejores para Novak que para mí».
El serbio logró llevarse el tercer set y parte del cuarto, encadenando ocho juegos seguidos.
«Jugó de maravilla esos ocho juegos, sin cometer errores. Perdí metros tras la línea de fondo. Sentía que no podía frenarle, como había hecho al principio».
Nadal cortó la arrolladora secuencia del serbio e inmediatamente llegó el segundo y definitivo parón, con 6-4, 6-3, 2-6, 1-2 y saque para Djokovic:
«La última parada fue importante para mí, especialmente porque las condiciones de juego no eran las mejores para mí».
La noche fue complicada para el de Manacor, ahogada en nervios y ansiedad, comentó:
«Vi el fútbol en el vestuario. Vi el empate, no el gol de Italia. Ni quise ver mi partido, ni nada de prensa. Un pelín el telediario y, si te soy sincero, estaba viendo una serie, que la terminé anteayer. Ayer, rara vez en mí, no tenía series ni películas. Me dormí a las doce, viendo unos capítulos de Son Goku».
Nadal, que consideró que la temporada de Djokovic está siendo magnífica y aseguró que las dos dobles faltas que le hicieron perder en Roma y en París son una coincidencia.
El serbio «salvó las semifinales de Australia y la final, dos sets contra Seppi, cuatro bolas de partido contra Tsonga… No puedes esperar salvarlo todo», comentó Nadal, que reivindicó su buena trayectoria:
«No olvidéis que he disputado las últimas cinco finales de Grand Slam consecutivas. No son títulos, no son triunfos, pero son resultados magníficos».
Finalmente, la final se decantó a su favor y superó el récord de seis títulos de Roland Garros que compartía con el sueco Bjorn Borg:
«Perder la cuarta seguida (contra Djokovic) hubiera sido duro para mí porque sentía que podía que ganarla. Las oportunidades pasan y aprovecharlas te cambia los números en tu carrera».
La pregunta inmediata fue saber si se considera el mejor jugador de tierra batida de todos los tiempos, pero Nadal eligió la prudencia:
«No sé si soy el mejor o no, no soy el adecuado para decirlo. Sé que tengo uno de los mejores registros en esta superficie. Para mí es fantástico».
«¿Cuántos años seguiré jugando aquí? Es imposible predecir el futuro»,
Dice el español que seguirá blandiendo la raqueta mientras el cuerpo lo permita y mantenga la pasión y la motivación. Mañana por la tarde, 24 horas después de morder su séptima Copa de los Mosqueteros, estará en Halle (Alemania), preparando su siguiente torneo.
«Estaba muy nervioso toda la noche, un poco ansioso por jugar lo que quedaba de partido (…). Desde que ayer paramos el partido, el primer momento en el que sentí que podía ganar fue tres minutos antes de empezar el partido».
El mallorquín saltó a la pista encendido, con la furia del inicio del partido el domingo:
«Estoy muy contento con mi forma de jugar hoy, mucho más agresivo (…). En el set de hoy jugué mejor que ayer».