Recupera el cuarto lugar del ránking pero se ausentará de Cayo Vizcaíno
Rafa Nadal vuelve a ganar un Masters 1000 diez meses después y lo hace a lo grande.
En concreto frente a un tenista de 1,90 metros de la ciudad argentina de Tandil llamado Juan Martín del Potro, gran rival y aún mejor amigo del español.
‘Delpo‘ aguantó y llegó a levantar tres bolas de partido, pero no pudo frenar la remontada del español (4-6, 6-3 y 6-4). Más de dos horas de tenis bajo un sol de justicia resumen la épica del encuentro.
Y no fue fácil. Como escribe Enrique Yunta en ‘ABC‘, nadie podía imaginar que quedaba algo de vida después del bombardeo de Del Potro, que mandaba 6-4 y 3-1 y tenía el partido justo donde quería, impulsado por una derecha durísima que ya exhibió en sus duelos contra Andy Murray y Novak Djokovic.
Su problema fue que el enemigo esta vez era Nadal, actor de las tardes más épicas de los tiempos modernos, campeón en Indian Wells con todos los honores.
La reacción del balear fue sencillamente asombrosa, casi tanto como su puesta en escena. La final fue un debate desequilibrado por los estados de ánimo ya que Nadal empezó con 3-0 y dos bolas de rotura para sentenciar el primer set y en un periquete pasó a entregar la manga de forma irremediable.
Cerraba el puño después de cada derecha e intuía a un rival agotado por las palizas previas, pero de pronto cambió todo.
Despertó la bestia argentina y arrasó con su recital de martillazos, una tormenta de la que no podía escapar ni Nadal ni nadie. Por más que buscaba remedios, se vio acorralado y entregó el parcial de forma irremediable, rendido ante la evidencia. La sonrisa de su cara se desdibujó y apareció el ceño fruncido. Nadal no podía, Nadal no llegaba.
Quedó demasiado aturdido por ese golpe, tanto que perdió su saque a la primera en la segunda manga y la gente de Indian Wells se preparaba para su defunción. No había más opción que dibujar la enésima gesta y la trazó en un ejercicio de amor propio descomunal, demoledor para llevar el pulso al desempate.
En esas situaciones, Nadal siempre tiene algo más porque exprime su cabeza hasta el límite.
Asustó a Del Potro en el primer juego, prolongado durante diez minutos, pero la rotura llegaría en el tercero, un castigo del que su enemigo jamás se repuso. Hablaba el rostro del argentino y se intuía su desesperación, desbordado por las emociones, incapaz de explicarse cómo su oponente se había repuesto después de la primera hora del encuentro.
La respuesta es tan sencilla como pronunciar su nombre, Rafa Nadal.
Después de desaprovechar tres pelotas de campeonato, cerró con su saque y al fin ganó un título en pista rápida, algo que no hacía desde Tokio en 2010.
Los números de Nadal ya eran impresionantes antes de esta final, pero se agrandan todavía más: se convierte en el jugador con más títulos del Masters 1000, en concreto 22, lleva 53 torneos ganados en el circuito ATP y consigue su victoria número 600 en su carrera.
El hecho de que fuera la 12+1 de esta temporada no resultó ser ‘gafe‘.
El balear recupera el número cuatro del ránking mundial en perjuicio de David Ferrer, pero al mismo tiempo se ha anunciado su ausencia del Masters 1000 de Miami, en Cayo Vizcaíno.
No se sabe cuánto durará. Tampoco parece preocuparle no haber ganado aún en el torneo de Florida, puesto que lleva tres en el de California.