El búlgaro vence a Goffin en la final de Londres (7-5, 4-6 y 6-3)

El ‘bello’ Dimitrov gana la Copa de Maestros

El búlgaro asciende al número tres del mundo

El 'bello' Dimitrov gana la Copa de Maestros
Grigor Dimitrov. AT

Para confirmar que ya es una estrella, para exclamar al fin que es todo lo bueno que se dijo de él, Grigor Dimitrov conquistó este domingo 19 de noviembre de 2017 en Londres el paraíso, consagrado como maestro en un fin de temporada apoteósico que le lleva hasta la tercera plaza del mundo abrazado al trofeo más prestigioso de los ocho que lucen en su palmarés.

La Copa de Maestros no es un Grand Slam, pero es lo más parecido a un major, y parte hacia Bulgaria por primera vez en la historia, siendo Dimitrov el responsable de esa proeza.

Lo festejó a lo grande, emocionado y pletórico en una noche de locos, y se convierte en el primer debutante desde 1998 (Álex Corretja) que se cuelga la banda de maestro.

Para despedir 2017, la gente se ilusionó con otra entrega de la saga que protagonizan Roger Federer y Rafael Nadal desde hace más de una década, renacida esa vieja rivalidad en este curso tan extraño, pero lo cierto es que la final del Masters emparejó a Dimitrov con David Goffin, que no es exactamente lo mismo.

He aquí dos novatos sin la mitad de pedigrí que el de las leyendas, aunque es mucho más carismático el búlgaro sin que tampoco se acerque al impacto que generan los peces gordos.

Pero, sí, Dimitrov es un buen reclamo para las teles y las revistas y más que lo será a partir de ahora, ganador ayer de un pulso menor y repleto de altibajos (7-5, 4-6 y 6-3) que duró dos horas y 29 minutos. Sin que importe el cómo, a fin de cuentas lo que vale es el título y es de lo que se acordará la gente, también el campeón.

Ambos tenistas se expresaron desde el miedo, perceptible los nervios desde el primer intercambio en la eléctrica moqueta del O2. Fue una catarata de errores groseros, con los nervios a flor de piel, y los tres juegos con los que empezó la batalla fueron roturas de servicio, significativo para entender cómo se desarrolló todo.

Se escapó Goffin, impulsado por ese amor propio rebosante después de despachar a Nadal y a Federer en la misma semana, pero siempre dio la sensación de que el encuentro estaba en la raqueta de Dimitrov, que ya el miércoles, en la fase de grupos, le había dado una buena paliza al belga (6-0 y 6-2). Esta vez se igualaron las fuerzas, pero no precisamente por la calidad de la cita.

Se desequilibró, o eso parecía, cuando el búlgaro tomó la delantera en el noveno juego y se apuntó la primera manga a la cuarta oportunidad, para entonces algo menos fallón que en el prólogo.

Entre las virtudes de este Dimitrov está la persistencia que le faltó en los inicios, cuando se le comparaba continuamente con Federer por una obvia similitud en el estilo.

Nadie puede cuestionar esa semblanza, pero de cabeza no iba muy allá, y eso es algo que ha pulido con el paso del tiempo.

Cambio de chip

En buena parte, ese mérito le corresponde también a Daniel Vallverdú, entrenador desde el verano 2016 y que ha aportado toda la sabiduría que adquirió de cuando asesoraba a Andy Murray o a Tomas Berdych.

De Dimitrov siempre se realzó el enorme talento que tenía y ahora por fin lo luce en plenitud, campeón este año en Brisbane y en Sofía como preludio de la consagración que llegó en el Masters 1.000 de Cincinnati. El historial, con 26 años, empieza a ser importante.

Dimitrov se presentó en su día a lo grande, con victorias de prestigio ante los mejores, pero se perdió en la irregularidad y el folclore. Llegó a ser más noticia por su noviazgo con Maria Sharapova que por su tenis, y Vallverdú, venezolano, ha querido alejarle del ruido para ponerle en su sitio.

En verano, le llevó a Mallorca para pasar unos días de entrenamientos y convivencia con Nadal en su academia y Dimitrov aprendió lo que implica ser un campeón de los buenos. Para muestra, su reacción cuando se le escapó el segundo set sin darse cuenta y la cosa pintaba mal en los prolegómenos del tercero, puro drama. Su título de maestro, después de encogerse en los cuatro primeros match points,le dispara hasta el infinito.

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