Un año después de que los bancos reabrieran una pequeña batalla hipotecaria, con algunas ofertas en muchos casos ligadas a la compra del stock de viviendas acumulado tras el pinchazo de la burbuja del ladrillo, la verdadera batalla o la guerra comercial ha llegado con una serie de ofertas en las que los diferenciales han comenzado a ajustarse a los tipos de interés que el BCE pretende mantener en mínimos durante bastante tiempo. Pero al margen de ese canto de sirenas de un menor diferencial, el cliente debe revisar las condiciones extras que se imponen para poder acceder a una financiación más barata para comprar una vivienda.
Los bancos comerciales, como es el caso de los españoles, obtienen una buena parte de sus ingresos y sus beneficios de prestar dinero, sobre todo en el negocio hipotecario que siempre genera una relación a largo plazo con el cliente que obtiene una financiación para la adquisición de una vivienda.
Sin embargo, durante los años de crisis tanto la oferta como la demanda de hipotecas se contrajo de manera considerable, después de los excesos cometidos (tanto por parte de clientes como de las propias entidades) en los momentos de gloria del sector inmobiliario antes del pinchazo de la burbuja generada.
Varias entidades han iniciado el nuevo año con un impulso renovado de sus ofertas hipotecarias. Uno de los principales reclamos es la reducción del diferencial que hasta ahora ofrecían, ante un descenso imparable del Euribor (se situaba en el 0,329% al cierre de diciembre).
La mayoría de los préstamos hipotecarios se formalizan con la premisa de Euríbor más un diferencial concreto, que en los buenos momentos llegaron a estar por debajo del 1%. Kutxabank ha abierto fuego en los primeros compases de enero con una hipoteca con un diferencial del 1%, incluso algunos puntos básicos por debajo de los que ya ofrecían algunos competidores.
Banco Popular acaba de actualizar su oferta hipotecaria, aunque no ha ido tan lejos como la entidad vasca. Su hipoteca ‘premium’, la que se ofrece en toda su red de oficinas, ofrece un Euríbor más 1,59%, aunque el tipo de interés durante el primer año es del 2,40%. Mientras, su hipoteca bonificada, que sólo se obtiene por Oficina Directa (su filial por Internet) puede situarse en Euríbor más un diferencial del 1,55% (1,95% durante el primer año).
PREMISAS AÑADIDAS
Varios expertos recomiendan que cualquier cliente interesado en una hipoteca no se fije tan sólo en el diferencial que se aplica, sino en una serie de condiciones que conlleva el que el porcentaje se mantenga o no a lo largo de la vida de un préstamo que suele formalizarse a muy largo plazo (aunque ya no haya ofertas de hipotecas a más de 40 años, como en un pasado reciente).
Bien es cierto, que un buen número de bancos han sufrido en sus propias carnes (o cuentas) algunas cláusulas que la Justicia ha considerado abusivas, como los suelos que se aplicaban en algunos préstamos (el nivel mínimo por el que no se rebajaba la cuantía del préstamo, aunque el Euríbor se situara por debajo, como al final ha pasado en muchos casos).
La mayoría de las hipotecas conllevan la domiciliación de la nómina en la entidad que concede el préstamo. Además, se suele imponer un ingreso mínimo mensual para que el diferencial no se dispare por encima de lo ofertado.
La contratación de una serie de tarjetas (al menos una de débito, a la que se suele añadir otra de crédito) es otro de los requisitos más habituales. De igual manera, se incluye el seguro de vida del cliente y de la vivienda financiada, que suele responder a los intereses de la entidad.
Entre las condiciones puede figurar, incluso, un seguro de desempleo en Prima Única Financiada (lo que se conoce como PUF, lejos de cualquier onomatopeya o expresión por parte del cliente) o un plan de pensiones, con aportaciones periódicas que pueden ser inasumibles por alguien que se endeuda para la adquisición de una vivienda.
Al final, el consejo más generalizado es que se estudie con detenimiento si las ventajas de un diferencial inferior en la hipoteca no van a suponer, a la larga, un coste añadido superior al que hubiera supuesto un préstamo con unos intereses más elevados en el diferencial.