Los afectados por el escándalo de los sellos siguen en la lucha. A finales de noviembre, 58.000 afectados de Afinsa, agrupados en la Federación de Plataformas Blancas, presentaron en la Audiencia Nacional una querella contra el Ministerio de Sanidad y Consumo apelando a su responsabilidad social subsidiaria.
“Creemos que ellos tienen parte de culpa porque ellos son los que deberían haber controlado esa empresa y haber evitado que se produjera toda esta estafa”, asegura Jaime Gil Robles, abogado de esta Federación. “Por supuesto, los grandes culpables son los gestores de Afinsa, pero el Gobierno tiene una clara responsabilidad”, explica este letrado, hermano de José María Gil-Robles, ex presidente del Parlamento Europeo.
Ahora, el juez que lleva el caso, Santiago Pedraz, deberá decidir si hace las correspondientes diligencias para determinar qué personas del Ministerio de Sanidad son las que hicieron esa supuesta dejación de funciones. Cuando lo haga, Gil Robles pedirá la imputación de esas personas. “Y si no lo hace, lo haremos nosotros”, asegura.
Según este bufete, esta acción está totalmente al margen de la política. “La querella no va contra un gobierno determinado porque este negocio lleva muchos años y han pasado todos los partidos políticos por el poder”, explica Gil Robles.
El Estado pagaría a los afectados
Si, finalmente, los clientes de Afinsa exponen argumentos jurídicos convincentes y la querella sale adelante, el Estado tendría que pagar a los afectados el 100% de lo que tenían invertido en sellos. Siempre y cuando, eso sí, se demuestre que los ex directivos de la firma son insolventes y no pueden hacer frente a esos pagos.
Por otra parte, el ex presidente de Afinsa, Juan Antonio Cano, se reunió el pasado viernes con los trabajadores de la firma en el Palacio del Nuncio, en Aranjuez, para explicarles el plan de viabilidad. Una de las claves de ese plan es vender los sellos en el mercado internacional para conseguir fondos y devolver el dinero a los clientes.
Según explicó Cano, ya tiene 14 casas de subastas que le han dado su apoyo para poner en el mercado los sellos: nueve en Europa, tres en Estados Unidos, dos en Australia y una en Asia. Pese a ello, Cano advirtió que poner tantos sellos en el mercado a la vez bajaría su precio, por lo que habría que esperar no menos de cinco años para recuperar parte del dinero.
