(PD).- La campaña electoral ha puesto sordina al enfado del Gobierno por la ampliación del paquete de Caja Madrid en Iberia. El nuevo Gobierno intervendría de inmediato si la victoria cae del lado del PSOE.
El Ejecutivo es muy crítico con la toma de posiciones de Caja Madrid en Iberia, tras haber alcanzado el 23,4% de la compañía aérea española, en calidad de «inversor estable». No obstante, la proximidad de la campaña electoral del 9-M obliga al Ejecutivo socialista a morderse la lengua para no abrir un conflicto público con la segunda Caja de Ahorros de España, presidida por Miguel Blesa, un «peso pesado» de las finanzas, que cuenta con el respaldo mayoritario de los partícipes y fuerzas sociales presentes en la entidad.
Hasta el momento, tanto el ministro de Industria –Joan Clos- como un portavoz del Ministerio de Fomento han hecho un brindis al sol, al afirmar que siempre es una buena noticia que se suscite tanto interés por una compañía, o que el Gobierno vería bien un «socio de referencia» para la antigua aerolínea de bandera.
Los comentarios off the record, tanto en Economía como en los despachos de La Moncloa, son mucho más críticos con Caja Madrid. Así, señalan que se ha plegado a una operación política de largo alcance protagonizada por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, para acreditar su capacidad de liderazgo en la economía madrileña y enseñar sus cartas a propios y extraños ante cualquier escenario que salga de las próximas elecciones.
Además de que la campaña electoral supone un stand by obligado, el escenario de posibles fusiones o compras por parte de compañías extranjeras se complica por la cambiante situación que vive en estos momentos el sector aeronáutico privado en Europa; lo que no fuerza –en principio- a una toma de decisiones a muy corto plazo.
Aunque en el equipo gestor de Iberia se repele cualquier análisis sobre el futuro de la compañía, se da por hecho que el final del proceso de cambio de propiedad, cuando toque, está aún lejos.
La lectura del Gobierno, básicamente política, conduce a los socialistas a mantener la discreción en público, mientras trabajan con vistas al día después de las elecciones para tomar las riendas del futuro de Iberia, elevando al plano político internacional la deseable integración de la compañía española en alguno de los grupos que se están configurando en el espacio europeo.
En cuanto a Caja Madrid, aunque vive un momento primoroso tras la venta de su participación en Endesa, tampoco podría resistirse sin argumentos a una venta de sus participaciones en Iberia si la oferta fuera muy atractiva, «viniera de donde viniera», y tampoco podría su actual cúpula directiva oponerse frontalmente a los planes del Gobierno nacional, si el PSOE saliera fortalecido tras el 9-M.
Ni una peseta ni un millón
Alitalia se vende por una peseta, pero Iberia cuesta mucho más. Con ese argumento irrefutable, los accionistas de la Compañía española rechazan «a priori» cualquier acercamiento de grupo o compañía extranjera que –como British Airways (BA)- pretenda hacerse con la empresa española a precio de saldo o sin poner un euro.
Las fortalezas de Iberia son bien conocidas: su hegemonía en el gran aeropuerto de Madrid-Barajas, sus tráficos a Iberoamérica, y las rutas insulares (Mallorca y Canarias). Pero sus debilidades también les constan a sus pretendientes: un mercado peninsular diezmado por culpa de la Alta Velocidad ferroviaria; el incómodo sindicato de pilotos –Sepla- y un tamaño que le impide jugar en primera división como Air France, Lutfhansa o BA.
Tanto Air France-KLM como Lutfhansa están sinceramente interesadas en Iberia. De ambos pretendientes, el que más liquidez tiene es Lutfhansa, pero –aún así- la mayoría del Consejo de Administración de la aerolínea germana considera que Iberia vale más de un euro pero menos de lo que se piensa en España. Para Air France-KLM la pieza más importante en el panorama europeo es Iberia, pero el grupo franco-holandés está casi obligado a quedarse con Alitalia.
Los magníficos resultados económicos con que Iberia pretende sorprender muy pronto a los mercados, no favorece una toma de decisiones rápida por parte de los colosos europeos, y –si se mantiene la hoja de ruta de Conte y sus «muchachos»- es más que probable que el valor de IB en Bolsa siga encareciendo la operación.
Si a Lutfhansa se le atraganta su principal hub, el saturado aeropuerto de Francfort, y Air France-KLM no digieren la hipotética compra de Alitalia, se abriría la puerta a la configuración de un «núcleo duro» nítidamente español en Iberia. Pero, de momento, el único que reparte juego en el escenario actual es Caja Madrid.