El cuarto pilar de la nueva economía: «Gaste todo lo que pueda»

El cuarto pilar de la nueva economía: "Gaste todo lo que pueda"

(PD).-El dinero es, después de todo, propiedad del contribuyente en primer lugar. Al devolver «rebajas» fiscales, el gobierno no está regalando dinero, sino simplemente devolviendo al contribuyente lo que debería estar entre su propio dinero.

A comienzos de febrero, el Presidente Bush aprobaba un paquete de incentivos fiscales por valor de 50 mil millones de dólares denominado «estímulo» destinado a la flaqueante economía nacional. El propósito del plan, que el Presidente ha llamado «un incentivo para nuestra economía», es inyectar con rapidez algo de dinero a la economía y estimular el gasto del consumidor.

Cuenta Jordan J. Ballor, redactor asociado del Acton Institute, que el teólogo y pastor del siglo XVIII John Wesley predicaba en tiempos que se debe «ganar todo lo que se puede, ahorrar todo lo que se pueda, y donar todo lo posible». La productividad, la frugalidad y la generosidad son los valores morales centrales que han movido a las economías prósperas y libres de Occidente durante siglos. Pero ahora el gobierno federal quiere aparentemente añadir un cuarto principio en conflicto con estos valores tradicionales: «Gaste todo lo que pueda».

Con el primero de los cheques saliendo en mayo, la velocidad de la acción Federal es algo relativo; la capital de la nación tiene que ser uno de los pocos lugares en los que acción «inmediata» significa que algo sucede tres o cuatro meses después. Los contribuyentes individuales van a recibir alrededor de 600 dólares cada uno, con los padres y los tutores legales de los menores dependientes a punto de recibir otros 300 dólares por cada hijo.

Ni siquiera de esta manera está claro el efecto que tendrá el paquete de estímulo sobre la economía a corto plazo. El nivel de 150 mil millones de dólares es el mínimo que muchos economistas pensaban sería necesario para que una medida de rebaja tuviera algún efecto discernible sobre una economía del tamaño del PIB de 13 trillones de dólares de América.

Otros expertos cuestionan si tal maniobra tendrá poco efecto o si llega demasiado tarde para tener el efecto económico deseado. También tendríamos que cuestionar la inteligencia de tal paquete frente al historial de déficits presupuestarios del recorte en el gasto federal, y en la práctica si el contribuyente medio debería aceptar consejos económicos o no de un gobierno que tiene un nivel de deuda que se aproxima con rapidez a los 10 trillones de dólares.

Pero cualquier perspectiva económica nacional o global tiene que ser relacionada apropiadamente con el comportamiento del consumidor individual, las familias y las instituciones intermedias, cuya actividad conforma el agregado para la abstracción de alto nivel. De manera que vale la pena preguntarse qué tipo de efecto tendrá el paquete de estímulo sobre el contribuyente americano medio.

Para algunos, sin duda, una rebaja fiscal del nivel esbozado arriba supone algo de «calderilla» financiera. La cantidad es modesta para tenerse entre manos pero no indispensable para una vida sana y próspera. Estos son los tipos que es más probable que gasten el dinero según las intenciones del gobierno: en bienes de consumo, electrónica, viajes y turismo.

Para otros contribuyentes, el dilema planteado por la rebaja fiscal no será qué producto de lujo adquirir, sino qué factura pagar primero. Para una familia que tenga gastos médicos significativos con la tarjeta de crédito en rojo, no tiene mucho sentido gastar el dinero en bienes de consumo superfluos.

Lo importante a considerar por el contribuyente y las familias a la hora de tomar sus decisiones de gasto con este dinero no es lo que el gobierno les dice que hagan. En su lugar, debería pensar en lo que tiene sentido en el caso de nuestra situación particular.

El dinero es, después de todo, propiedad del contribuyente en primer lugar. Al devolver «rebajas» fiscales, el gobierno no está regalando dinero, sino simplemente devolviendo al contribuyente lo que debería estar entre su propio dinero. Cuando los cheques de la rebaja lleguen a nuestras cuentas bancarias, el gobierno habrá dejado de tener cualquier derecho significativo a decir cómo gastar esos fondos.

Y acertadamente. Los contribuyentes deberían utilizar este dinero de la rebaja como crean apropiado, puesto que son los más familiarizados con sus propias situaciones y sus propias necesidades. Considerar donar parte del dinero a la caridad o ahorrar, sufragar deudas o invertir. Y si tiene sentido para su situación, debería sentirse libre de adquirir esa televisión de alta definición si lo desea.

Pero ciertamente no debe sentirse obligado a hacerlo como si el simple consumo fuera una responsabilidad civil.

En calidad de pueblo responsable y libre, los americanos no deberían seguir los dictados de dirección financiera del Congreso o la iniciativa presidencial, sino de nuestra propia soberanía como ciudadanos creativos, caritativos y prósperos.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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