(PD).- La relación entre jefes y empleados es uno de los grandes temas de nuestros días. La oficina se ha convertido en un gran escenario en el que se desarrolla una lucha de poder en la que ganadores y perdedores no siempre están claros, pero sus consecuencias se acaban reflejando en el día a día de la empresa y también en su cuenta de resultados.
Un informe con datos de 650 directivos de empresas de toda España, revela cuál es la imagen que los jefes tienen de sus empleados. Los resultados son concluyentes.
El estudio ¿Cuáles son las conductas más desquiciantes de los empleados tóxicos? se basa en una gran encuesta sobre la visión que los directivos tienen de sus empleados, que permite identificar siete grupos de conductas «tóxicas» de los trabajadores.
Un 90% de los encuestados señala que han tenido a sus órdenes a personas que generan conflictos o favorecen una atmósfera negativa en el trabajo. Un 62% indica que han sufrido a empleados holgazanes o que se escaquean y un 47% asegura que ha tenido a su cargo a incompetentes.
Durante la exposición del informe, Paco Muro, presidente de Otto Walter, explicó que un 33% de los directivos se quejan de empleados que pierden su tiempo injustificadamente (móvil, internet…) y que este tipo de actitudes suponen una gran pérdida de horas de trabajo, y por tanto de dinero, para las empresas.
Otro aspecto destacable de la encuesta es que hasta cuatro de cada diez de los jefes apuntan que han sufrido engaños, robos o mentiras por parte de algunos de los empleados a su cargo. Un 27% asegura haber contado con empleados arrogantes, e idéntico porcentaje se queja de que han tenido bajo su mando a personas que han actuado contra ellos.
Aunque durante su intervención Paco Muro aclaró que el número de empleados responsables de estas malas prácticas en las empresas son «pocos», también indicó que pueden producir daños graves a las relaciones personales y profesionales en el seno de la empresa.
Entre las soluciones propuestas en el estudio destaca una que no es del agrado de los sindicatos: la necesidad, en opinión de los autores del estudio, de «flexibilizar» el despido para que se pueda prescindir con mayor facilidad de estos empleados. Paco Muro apuntó la necesidad de actuar con rapidez para evitar que los daños sean irreparables. «La verdad es que cuando se despide a un empleado tóxico en poco tiempo todo florece alrededor», concluyó el responsable de la consultora Otto Walter.
Desde los sindicatos, en efecto, esta problemática de las relaciones entre jefes y empleados se ve de otra manera. Un informe de la central UGT-Galicia reconoce que en efecto existen casos de «conductas tóxicas» entre los trabajadores que pueden ocasionar problemas en las empresas. Sin embargo, los responsables del sindicato también apuntan otra evidencia: la existencia de «jefes tóxicos» y se permite ofrecer una definición de los mismos: «Son directivos para quienes el fin justifica los medios y que no tienen reparos en acosar, quemar a sus equipos y/o sustituirlos por otros a la menor oportunidad».
Incluso se cita a un profesor de la Universidad de Alcala de Henares, Iñaki Piñuel, que ha descrito tres tipos de jefes nocivos. Se trata del «narcisista», que quiere ser siempre el centro de atención y hace perder competitividad a la empresa; el «psicópata», que miente para aprovecharse de sus subordinados y extiende la corrupción allí por donde va; y el «paranoide», que realiza ataques preventivos sobre los empleados para probar su fidelidad y acaba generando negatividad en su entorno.
Más allá de estas teorías, la VI Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo señala que un 2,9% de los trabajadores consultados reconoce haber sufrido conductas de acoso psicológico. Los sectores de Industria y Servicios son los que presentan una incidencia más alta de este tipo de conductas, que también son más frecuentes entre los trabajadores menores de 45 años y entre las mujeres.
Como suele ocurrir, siempre hay informes para confirmar teorías de todo tipo. Tal vez la mejor solución para mejorar las relaciones en el seno de la empresa sea incrementar la capacidad de diálogo por ambas partes. La Responsabilidad Social Corporativa, tan de moda en el ámbito empresarial, puede ser una de las vías para avanzar en este sentido.
