Ignacio Galán: «Las familias españolas se gastan en cafés más que en luz»

Ignacio Galán: «Las familias españolas se gastan en cafés más que en luz»

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PD).- Poco más de dos años han transcurrido desde que accedió a la presidencia de Iberdrola pero, en este suspiro de tiempo, Ignacio Galán (Salamanca, 1950) ha convertido a la compañía eléctrica en uno de los pocos «national champions» con que cuenta España.

Hoy, la profundidad de la crisis financiera dibuja un nuevo y sombrío panorama que Galán urge a despejar con contundencia antes de que alcance al sector energético, como subraya en la entrevista que le hacen Ana I. Sánchez y Javier González para ABC.

¿Cómo ve la posible entrada de grupos extranjeros en Repsol?
Deseo que España tenga grandes grupos energéticos españoles. Un país como el nuestro, siendo la octava potencia del mundo industrial, debe contar con grandes compañías que de alguna manera representen al país. Esos grupos relevantes se cuentan hoy con los dedos de la mano. A mí me gustaría que España mantenga grandes bancos, grandes empresas de telecomunicaciones, grandes empresas energéticas y grandes empresas turísticas.

¿Y grandes constructoras?
También grandes constructoras. Todos aquellos sectores que, de alguna manera, pueden contribuir a que este país tenga un peso en el mundo acorde con su importancia económica. Si perdemos a los grandes grupos, perderemos peso rápidamente en la economía mundial.

La trance de Repsol se deriva de la crisis, ¿qué nos espera?
El sistema financiero debe ser una herramienta al servicio del sistema productivo, no de la especulación. Y esta crisis se ha producido porque en los últimos años se han distanciado la economía financiera y la real. Ello ha sido fruto de una larga época expansiva en que los riesgos fueron infravalorados por la banca, acabando por producir diferencias, excesos y errores. Ahora tenemos un agujero que los países están cubriendo con recursos de los ciudadanos. Por eso, los fondos públicos deben centrarse exclusivamente en apoyar la economía real y evitar los fantasmas que nos acechan: recesión y destrucción de empleo.

De eso no nos libra nadie…
Bueno, pero se puede minimizar su impacto. Los fondos de ayuda aprobados por los gobiernos deberían utilizarse para ayudar a que estos problemas no se produzcan e intentar paliar la crisis en la medida de lo posible.

¿Cómo habría que utilizar la ayuda?
En primer lugar, los fondos públicos no deberían destinarse a refinanciar la deuda de empresas con participaciones especulativas, que pueden por sí mismas mejorar su situación a través de la venta de esas participaciones y obtener así liquidez. En segundo lugar, habría que evitar que las ayudas se destinen a operaciones que no sirvan para impulsar la economía real, crear empleo o frenar la recesión.

A muchos no les gustará oír eso…
Los fondos de ayuda tienen como finalidad impulsar la economía real, como en el caso del sector industrial, que tiene dificultades temporales de liquidez. El ejemplo lo estamos viendo en el sector del automóvil, donde la caída de la demanda lleva a empresas competitivas y absolutamente viables a encontrarse en dificultades. Hay que buscar caminos para ayudar a que esas compañías mantengan su actividad y no destruyan empleo ni contribuyan a una situación de recesión. Las empresas que se vean obligadas a paralizar su I+D por la crisis, quizás sean capaces de salir del «crash», pero acabarán desapareciendo al no poder competir con las compañías que sí hayan podido mantener sus inversiones.

El dilema es, ¿cómo se transfiere oxígeno a este sector?
Es imprescindible inyectar recursos urgentemente en los sectores donde se debe mantener y crear empleo. Se pueden adoptar medidas como permitir demoras en el pago de impuestos y de las aportaciones a la Seguridad Social o extender la línea de crédito circulante que ha creado el ICO para las pymes. Una empresa puede estar dos años perdiendo dinero, pero no puede estar dos horas sin liquidez.

¿De dónde deben salir esos recursos?
De créditos. La clave es optar por soluciones que impliquen inyectar dinero en asuntos que fluyan rápidamente hacia abajo y beneficien al conjunto de la sociedad. Por ejemplo, algunas administraciones públicas necesitan una inyección de liquidez, a través de líneas de crédito. Es imprescindible destinar los fondos públicos a los sectores tractores de la economía.

Entonces, faltan medidas
Creo que hasta ahora hay un magnífico diseño de las medidas, se han tomado decisiones rápidamente, pero la solución requiere un plan fuerte y ambicioso, que no sólo ayude a la banca.
Y al sector eléctrico, ¿cómo le afecta este «crash»?
Se trata de un sector muy intensivo en capital que requiere unas inversiones permanentes y tremendamente elevadas. En 2008 alcanzarán los 6.500 millones en España. Uno de los mayores lastres para las empresas es el déficit de tarifa, generado porque la tarifa de la luz no cubre los costes de suministro. Lo que empezó siendo un problema coyuntural se ha transformado en estructural, por el alza de las materias primas. La consecuencia ha sido un agujero creciente que asciende a 6.000 millones tan sólo en 2008 y que tienen que financiar las propias compañías. Esta situación es imposible de mantener en el actual estado de los mercados.

¿Cómo se arregla este desfase?
Es fundamental adoptar medidas en varios frentes. En primer lugar, se podría otorgar aval del Estado al déficit de tarifa y crear un fondo de titulización. En segundo lugar, se podrían pasar de forma progresiva algunas partidas que hoy figuran en la tarifa a los Presupuestos Generales del Estado. Y, en tercer lugar, es preciso que los precios de la luz recojan la evolución de los costes. Entendemos la dificultad que supone para el Gobierno trasladar a la tarifa los costes del sistema, pero es preciso solucionar el problema del déficit para que podamos destinar ese dinero que se nos adeuda a nuevas inversiones. En este momento, lo que hace falta en el país son inversiones para crear empleo.

¿Y si el Gobierno no soluciona el déficit?
Habría que paralizar las nuevas inversiones. Hemos demostrado a lo largo de todos estos años ser un sector paciente y responsable que cumple con su obligación pero, en este momento, la situación de falta de liquidez en los mercados financieros hace necesario realizar actuaciones urgentes.

Pero luego presentan beneficios…
Los resultados que presentamos son contables y nos apuntamos el déficit como ingreso. En cualquier caso, una buena parte de los beneficios proceden de las inversiones realizadas fuera de nuestro país.

También entregan dividendos históricos…
Las dos terceras partes de nuestro negocio se realizan fuera de España. Lógicamente, la empresa ha crecido porque hemos ampliado capital por 20.000 millones. Es lógico que el dividendo haya crecido, porque hemos triplicado nuestro tamaño. Pero el problema del déficit afecta sólo a España, donde el sector eléctrico genera anualmente una caja de 3.500 millones, invierte 6.500 millones y tiene pendientes de cobro otros 6.000 millones. Es decir, un desfase en términos de caja de 9.000 millones sólo en 2008…

Como parte del problema, ¿qué hacemos con el recibo?
La tarifa eléctrica oficial debe desaparecer y quedar tan sólo una tarifa para clientes vulnerables, la denominada tarifa social que opera en otros países. Los consumidores que pueden hacer frente al precio real de la luz deben pagarlo, y los consumidores que no pueden pagar más por la luz deben quedar protegidos.

¿Con qué fórmulas?
La tarifa social no está pensada para un señor que quiere tener aire acondicionado y múltiples electrodomésticos, sino para personas de bajo consumo y renta. Para aquellas familias que el consumo energético supone un porcentaje significativo de su renta familiar se puede establecer un bono social mitad financiado por el Estado y mitad financiado por las empresas. Las eléctricas tendríamos que realizar un esfuerzo económico pero estamos dispuestas.

La CNE calcula que hace falta subir el recibo un 31%…
La CNE ha hecho los números y el resultado es el que es, pero no debemos caer en la demagogia con los porcentajes cuando hablamos de facturas de 20 euros. Llenar un solo depósito de gasolina es más caro que pagar toda la luz que gasta una familia media española en un mes, y la realidad es que una familia media española se gasta más en cafés que en luz al mes.

Si eliminamos las tarifas, ¿qué subida veríamos?
Para los clientes de bajo consumo y renta alrededor de un euro al mes, y para la gran mayoría de consumidores (18 millones de hogares) entre 3 y 4 euros mensuales.

Parece poco pero para 2009, ¿cuánto debería subir la luz?
Con subidas medias de 2 ó 3 euros al mes para la gran mayoría de las familias, y llevando a los Presuspuestos partidas de la tarifa arreglaríamos el agujero del sistema.

VÍA ABC

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