Un crisis financiera que puede devorar la presidencia de Obama

Un crisis financiera que puede devorar la presidencia de Obama

David Ignatius.- Piense en la crisis financiera como en una película de terror llamada «Productos tóxicos.” Tiene la misma línea argumental que la saga «Alien”. Hay criaturas mortales que se ocultan en los recovecos del sistema financiero. Al principio, parece que estos bichitos están solamente dentro de los préstamos «de riesgo», pero resulta que están por todas partes. Empezaron a comerse Lehman Brothers. Ahora se están comiendo Citigroup… Se comen el Banco de América. … Aaaaah!

«¿A quién vas a llamar?” decía el subtítulo de la película «Cazafantasmas.” Y ésa es la pregunta cada vez más apremiante a estas alturas, mientras Barack Obama se enfrenta a una crisis financiera que, de manera bastante literal, podría devorar su presidencia.

Planteo el problema a Eugene Ludwig, un ex interventor de la divisa y alguien que lleva casi dos años advirtiendo de la gravedad de la crisis. Su respuesta, digna del héroe de mi película de terror, es: “Disparar la artillería de mayor calibre.” Sin miramientos ahora, cuando importa: devolver a circulación los anticuerpos naturales del sistema, estimular la economía, no sólo con los 850.000 millones de dólares en gasto nuevo proyectados, sino con hasta 2 billones de dólares, si es necesario. Si las normas financieras actuales están empeorando la crisis, cambiarlas.

Y por encima de todo, trasladar todos los productos tóxicos a un enorme tanque de reserva (que en mi película aparecerán como kriptonita). Bombear la basura fuera del sistema de banca privada y canalizarla a una estructura controlada por el gobierno donde pueda ser descontaminada lentamente. No es una idea nueva: durante la crisis de ahorros y préstamos, esta instalación de descontaminación se llamó Sociedad de Tasación del Valor Activo. Ahora, como sinónimo corto, la gente la llama simplemente «Banco de Liquidación.” Al margen del nombre, es hora de crearla.

¿Cómo van a hacer los gestores del Banco de Liquidación para convencer a los bichitos de abandonar sus escondites? Con dinero, por supuesto — comprando alrededor de entre 1 y 2 billones de dólares en activos tóxicos. ¿Pagará demasiado el estado? Por supuesto que sí, especialmente al principio, mientras busca precios justos para una deuda titularizada para la que ya no hay un marcado en funcionamiento.

Este enfoque de descontaminación parece mucho más sensato que nacionalizar los bancos. Las acciones del Tesoro durante más o menos el último año han manifestado de manera contundente que los funcionarios del gobierno pueden cometer errores colosales con igual facilidad que los presidentes ejecutivos del sector privado. El Tesoro empujó al Banco de América a adquirir Merrill Lynch durante un fin de semana a marchas forzadas el pasado septiembre sin ningún respeto al proceso de descubrir los bichitos que se escondían en la cartera comercial de Merrill. Con anterioridad, alguien del Tesoro estaba convencido de que Citigroup iba a poder rescatar al sistema financiero mientras Lehman se iba a pique. Eso fue garrafal.

Un vistazo por encima al último informe financiero de Citigroup ilustra de primera mano los daños actualmente concentrados en unos pocos terrenos, incluso si el miedo lo impregna todo. El gigante financiero registró unas pérdidas netas de 18.700 millones de dólares durante el año pasado. Las pérdidas netas en Norteamérica fueron de 24.600 millones de dólares, compensadas por los ingresos en otros terrenos. Y unos sorprendentes 19.900 millones de dólares en pérdidas se producían a raíz del intercambio con grandes clientes; Citigroup sólo perdió 3.600 millones de dólares en su sector de banca minorista.

El Secretario del Tesoro Henry Paulson intentó atajar la infección de bichitos inyectando a los bancos capital nuevo a través de su Programa de Ayuda a Activos sin Liquidez, con la esperanza de que los bancos recapitalizados pudieran volver a prestar de nuevo. Pero mientras la economía se contraía y cada vez más préstamos quedaban en descubierto, los bancos tuvieron que seguir registrando pérdidas adicionales — erosionando sus capitales en cantidades superiores a la nueva inyección del gobierno. Como dice el financiero Joe Robert, fue como echar agua en un cubo con un enorme agujero en la base.

Las instrucciones para los cazafantasmas financieros tienen que ser: hay que dejar de empeorar las cosas. En otras palabras, invalidar las políticas que han tenido efectos «pro-ciclo» tan infames, y asegurarse de que todo rema en dirección contraria a la tendencia bajista.

Entre las políticas que hacen que el valor de los activos siga a la economía que estamos siguiendo ahora se encuentran las normas que obligan a los bancos a incrementar su capital en el mismo momento en que se les debería estar permitiendo retirarlo. (Lo que es una razón de que los bancos no se hayan puesto a prestar su nuevo capital del Programa.) Ludwig sugiere una «amnistía de capitalización» durante la cual los actuales estándares de «adecuadamente capitalizado,» durante la duración de la tendencia bajista, bastarían para satisfacer los requisitos superiores de «bien capitalizado.» Eso ayudaría a desbloquear los canales de préstamo.

Otra política pro-cíclica es una norma contable que obliga a los bancos a asumir pérdidas «MTM» a cuenta de activos que planean conservar hasta la madurez, si esos activos se pueden clasificar como «no susceptibles al deterioro temporal,» u OTTI en la jerga financiera. La norma OTTI es la mejor amiga de los bichos.

«Una vez que el pánico se asienta, la espiral de quiebra puede salirse de control,» advierte Ludwig. El momento de detener esta película de terror ha llegado. Obama tiene que disparar todo el arsenal financiero del que dispone, y pronto.

© 2009, Washington Post Writers Group

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