L.B. (PD).- ¿Bajar impuestos para aliviar el bolsillo de los trabajadores? Ni hablar. En Moncloa descartan una rebaja de impuestos en este momento, dado que, esta rebaja se puede destinar al ahorro y no al consumo que es lo que se pretende favorecer. La falacia de este razonamiento es ignorar que los impuestos merman la remuneración que obtienen los trabajadores por sus servicios recortando aún más el consumo.
Tras la reunión del Consejo Europeo en Bruselas el pasado diciembre, Zapatero indicó que una rebaja de impuestos ahora puede ser un «estímulo» no para el consumo, sino para el ahorro, por lo que apostó por acometer medidas de impulso a la inversión pública productiva.
La «inversión pública productiva» -un oximorón económico que conduce a subir los impuestos- tiene una cara oculta: la sangría de empleo del sector privado. Mientras se acaba de conocer que el sector público ha superado la barrera de los tres millones de funcionarios, la crisis se traga el empleo en la empresa privada. En sólo una semana, la crisis ha destruido 150.000 puestos de trabajo en distintas empresas de todo el mundo.
La alta carga impositiva que soportan las espaldas del contribuyente español no ha impedido que se destruyan 620.000 puestos de trabajo en 2008. La contracara es un mastódónico sector público que ha creado 116.000 puestos que permiten que, por ejemplo, el 30% de los asalariados de Extremadura sean empleados públicos. De ahí se desprende que la crisis en España no afecta a todos por igual. No es casual que España tenga por cada funcionario, un parado.
Mientras las empresas empeoran de manera sustancial sus expectativas de negocio para este año, el Gobierno ZP es pródigo en escándalos de despilfarro de aúpa. Los patriotas como ZP tapan con descaro la fiesta del gasto autonómico, los Audi, los tuneados, los despachos con mobiliario de autor… con la misma caradura que piden «arrimar el hombro». Así se explica que no se planteen bajar los impuestos cuando hay que costear tanta prodigalidad descontrolada.
El PIB caerá entre el 1,5% y el 2% en el 2009, y tardará año y medio en volver a crecer, con suerte. Una rebaja sustancial del tipo máximo del IRPF, así como una reforma sustancial de las cotizaciones a la Seguridad Social -que constituyen un impuesto sobre el empleo no ajeno a las altísimas cifras de paro que padecemos- podrían ser un respiro para los bolsillos de los españoles. Pero la izquierda al parecer prefiere tirar de déficit para apuntalar el gasto social para financiar organismos inútiles, embajadas fastuosas y demás caprichos de una casta parasitaria arropada por una sociedad silente de alegres contribuyentes.