(PD).- Barack Obama y Gordon Brown discutieron ayer la «fuerte y especial» relación que les une a ellos dos y a sus países, si bien la armonía no fue tanta como para dar lugar a una rueda de prensa formal conjunta, como el primer ministro británico pretendía y como la Casa Blanca niega que estuviera previsto.
Tampoco consta que Obama alcanzara en la reunión de ayer ningún compromiso concreto para la participación de Estados Unidos en un esfuerzo global contra la crisis como le podría haber sugerido Brown.
«Mis predecesores venían aquí a hablar de guerras, yo vengo a hablar del futuro de la estabilidad económica del mundo», advirtió Brown desde el principio.
El premier británico venía a sacarle el máximo jugo político a una visita que sus detractores domésticos creen que incluye cierto autobombo, o por lo menos el intento de envolverse en un manto de prestigio internacional para tapar ciertas críticas.
Es verdad que la crisis dio a Brown un prestigio inmenso en EE.UU., sobre todo en los momentos difíciles de la transición entre Bush y Obama. En el marasmo del vacío de poder parecía alzarse un líder esclarecido y amigo, por lo menos de los neokeynesianos… a los cuales sin embargo Brown fue el primero que advirtió de que él tampoco estaba a favor de cualquier rescate económico por el mero gusto de rescatar.
Ahora y con el punto de mira puesto en la cumbre de abril del G-20, Brown se convierte en el primer mandatario extranjero que pisa la Casa Blanca de Obama, una clara deferencia. Pero el verdadero alcance del entendimiento habrá que medirlo hoy en el Congreso, cuando ambos líderes hablarán juntos a las cámaras.
Es de suponer que ambos expresarán coincidencias en la necesidad de una intervención fuerte de los gobiernos en el caos económico.
Paralelamente pueden surgir cuestiones como el futuro de los detenidos en Guantánamo u otras áreas de colaboración. La esposa de Gordon Brown, Sarah, mantendrá su propia agenda con Michelle Obama. El regalo oficial de la visita será un portalápices tallado en madera del barco gemelo del que salió la madera para hacer el Despacho Oval.
