(PD).- El presidente del Gobierno por fin ha puesto el huevo de la subida de impuestos: va a ir a saco contra los ahorradores. Zapatero ha anunciado cambios impositivos en las rentas de capital y las plusvalías. Pero aún había más. Según ha dicho, también se tocará y modificará la deducción de 400 euros en el IRPF para hacer frente a la crisis y, sobre todo, para evitar la caída de la recaudación. La ofensiva de ZP podría derivar en una indeseada fuga del ahorro hacia otros países con una fiscalidad mucho más competitiva.
Zapatero anunció este lunes que el Gobierno considerará cambios impositivos en las rentas de capital y las plusvalías, y que «tocará y modificará» la deducción de 400 euros en el IRPF para hacer frente a la recesión económica y a la caída de la recaudación.
En una rueda de prensa con el primer ministro sueco y presidente de turno de la UE, Fredrik Reinfeldt, Zapatero aseguró que el Ejecutivo, en cambio, «no tocará» los tipos del IRPF ni el Impuesto de Sociedades, exceptuando la bajada ya anunciada para pymes que mantengan y creen empleo.
«Hemos apuntado por donde van las premisas».
«Esto es en lo que estamos trabajando, tengamos prudencia y esperemos a la Ley de Presupuestos», señaló Zapatero, que reiteró que los cambios impositivos serán «prudentes, moderados y limitados», lo que permitirá que la presión fiscal siga en niveles «parecidos e incluso menores» a los que registró antes de que el Gobierno socialista llegara al poder.
Fernando Fernández hace un análisis en el diario ABC con el título de «Que se mueran los feos»:
La canción del verano es un remake del «Que se mueran los feos» en política fiscal. Subir impuestos a los ricos es la nueva doctrina. El único problema es que no hay ricos suficientes para pagar los 50.000 millones de euros en que se estima el ajuste necesario en las cuentas públicas. Ni siquiera considerando ricos al 3% de españoles que declaran ganar más de 60.000 euros. Todo en la política económica de Zapatero es pura improvisación y así es imposible generar confianza. La ortodoxia fiscal ha pasado de ser un logro democrático a una guerra preventiva contra las conquistas sociales.
Lo cierto es que este país necesita repensar todo su presupuesto y reajustar sus prioridades. Se ha de acabar el gratis total en los servicios públicos si no queremos que su calidad se deteriore a niveles italianos y no haya dinero para inversión. Las subvenciones indiscriminadas a grupos sociales afines, el clientelismo empresarial y sindical, el despilfarro de las autonomías y los servicios que prestan ayuntamientos sin competencias ni dinero para ello. Ya hemos vendido todas las joyas de la abuela y nuestra capacidad de endeudamiento está tocando techo. Nuestro presidente sigue sin enterarse.