(PD).- Desde hace meses ZP y su escudera De la Vega repiten que «lo peor de la crisis y de la recesión ya ha pasado». Un optimismo falaz que ha quedado desmentido de nuevo por los últimos datos del paro. 84.985 personas han pasado en agosto a engrosar las listas del Inem, llegando a la cifra oficial de 3.629.080 desempleados -casi medio millón ha desaparecido con el maquillaje de Corbacho-. Un desastre que se va a ver aumentado cuando le toque de nuevo al Gobierno negociar los presupuestos con los partidos minoritarios. Los colmillos nacionalistas ya chorrean sangre.
En Moncloa se temen que esta crisis termine devorando al Gobierno: «Estamos jodidos, ahora viene lo peor», dicen por lo bajo en los pasillos monclovitas. Las barbaridades de dinero invertidos en el famoso Plan E («para el estímulo de la economía y el empleo») no han servido para casi nada. Después de tres meses consecutivos de bajadas, las cifras de desempleados vuelven a crecer, situándose en 3.629.080, según datos del ministerio de Trabajo e Inmigración hechos públicos esta misma mañana. El paro subió en agosto en 84.985 personas (un 2,4%).
Pero la realidad es todavía más cruda. Las cifras sin maquillar son demoledoras. Corbacho ha pasado el típex a los Demandantes de Empleo No Ocupados (DENOS) y a los Trabajadores Eventuales Agrarios (TEASS), que son los que están haciendo cursos de formación. La realidad es que en las listas del Inem más de cuatro millones de personas están sin trabajo. Los datos de afiliación a la Seguridad Social en España no son más felices: se redujo en 142.244 personas en agosto.
Pese a que Zapatero repite sin cesar que «lo peor de la crisis ya ha pasado», la realidad es bien diferente. Se avecina un invierno tórrido en cuando a las cifras de parados. Hasta el propio ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, ha reconocido que hay que prepararse para lo que vendrá en septiembre. Y suma y sigue.
Suma las presiones de los grupos nacionalistas y comunistas que ya se relamen, sabedores de que Zapatero, en minoría en el Congreso, va a necesitar de sus servicios para sacar adelante los Presupuestos. Un círculo vicioso en el que el presidente del Gobierno ha entrado y al que no ve otra salida que freir a impuestos a la clase media -utilizará la milonga de que va quitarles a los más ricos para dárselo a los más pobres- para paliar el cada vez más insoportable déficit.
Viendo el panorama, el último en saltar del barco ha sido Jordi Sevilla. Así las cosas, Zapatero se encuentra con un equipo económico destartalado y desorientado que no acierta en poner a todos los miembros del Gobierno en línea y coordinados para tratar de buscar una salida al desastre.
Total: unas cifras económicas aterradoras, que van de mal en peor, y que se van a agravar todavía más por la posición precaria que el PSOE tiene en el Congreso de los Diputados y su facilidad para tirar de la chequera de todos para aplacar las ansias insaciables de los grupos minoritarios.
Un invierno, pues, muy pero que muy tórrido.
