El trabajo por internet es una de esas nuevas modalidades laborales que están surgiendo con la generalización de las conexiones de banda ancha en los hogares. Básicamente, consiste en la externalización por parte de las empresas de todo tipo de tareas, desde cuestiones financieras al diseño de páginas web, pasado por llevar la contabilidad, redactar artículos para blogs y medios online, rellenar encuestas, moderar los comentarios de los lectores de las páginas de internet, realizar actividades de telemarketing y televenta, introducción de datos, servicios de atención al cliente o traducción de documentos, entre otros muchos ejemplos.
Esta fórmula de trabajo tiene muchos seguidores en Estados Unidos y la India, y empieza a penetrar en Europa y en España. En este tipo de empleo, las relaciones con la empresa contratista y/o con el resto del equipo se desarrollan siempre a través de la red, mediante videoconferencias, mensajería instantánea, correos electrónicos, etc.
Los defensores de esta nueva modalidad de trabajo destacan que permite la flexibilidad de la jornada laboral. Además, el trabajador puede realizar sus tareas desde su hogar, o desde cualquier lugar en el que se encuentre si utiliza su portátil o su Smartphone. Los gastos mensuales se reducen en tanto en cuanto se ahorra en transporte y comida fuera de casa. No hay un jefe rondando por ahí, ni control presencial del trabajador y sus actividades. La red ofrece la posibilidad de tener más de un trabajo. Asimismo, facilita las posibilidades de desarrollo personal y profesional de las personas que sufran algún tipo de discapacidad. Y, por supuesto, facilita que las personas en paro puedan conseguir una fuente de ingresos.
Ahora bien, aunque el trabajo por internet puede tener un gran futuro y, sin duda alguna, está ayudando a resolver los problemas económicos de muchas familias afectadas por la crisis, en este ámbito tampoco es oro todo lo que reluce. Los ingresos que se pueden obtener con el trabajo por internet son limitados. En Estados Unidos, las rentas medias anuales por este tipo de tareas están en los 22.000 dólares (17.600) euros, frente a los 43.000 dólares del salario medio (34.400 euros). En el Reino Unido, la periodista de la BBC Laura-Jane Rich se pasó una semana tratando de obtener ingresos mediante el trabajo por internet, con el fin de escribir un artículo a partir de su experiencia real, y después de 37 horas de trabajo solo consiguió unos ingresos netos de 19,16 libras esterlinas (15 euros). En España, por rellenar encuestas se ofrece en torno a los 300 euros mensuales. Por supuesto, habrá personas cuyos ingresos puedan superar esas cantidades con creces, pero no es la regla, sino la excepción.
Para poder trabajar por internet, además, una persona tiene que disponer de un ordenador y/o un Smartphone, así como de una conexión de banda ancha a internet, todo lo cual tiene que costear de su bolsillo. Si los pagos por estos trabajos, que se realizan por giros postales o mediante sistemas de pago electrónicos, conllevan alguna comisión, ésta la abona el propio trabajador. La estabilidad laboral también es relativa, dado que algunos de estos trabajos son de carácter ‘freelance’, que suelen tener límite de tiempo, y la persona no tiene los beneficios propios de un empleo fijo, como la cotización empresarial a la Seguridad Social, las vacaciones pagadas, la indemnización por despido o el derecho a la prestación por desempleo.
A pesar de ello, el trabajo por internet puede ser una buena forma de complementar los ingresos de una persona, o de una familia, y, sin duda, con su desarrollo a lo largo del tiempo podrá ofrecer condiciones retributivas mucho mejores. También es una forma de realizar una actividad laboral, en vez de seguir en paro. Pero hoy todavía no es, en la mayoría de los casos, una alternativa válida a un empleo de los de toda la vida.
