Los países productores de petróleo se hallan inmersos en una guerra de precios, que ha supuesto, por ahora, una reducción de la cotización del crudo de más de un 25%. El barril de Brent -el petróleo que se extrae en el mar del Norte- ha caído hasta los 82,30 dólares, el mínimo de los últimos cuatro años, mientras que el barril de WTI-West Texas Intermediate, el crudo estadounidense y de más calidad que el Brent- ha seguido el mismo camino hasta los 76,71. ¿Hasta dónde va a llegar la caída? Probablemente más lejos de lo estimado en un principio.
El origen de esta disputa se encuentra en el deseo de Arabia Saudí, el primer productor mundial de petróleo hasta que EE.UU. le arrebató el liderazgo el pasado verano, de acabar con los productores de petróleos no convencionales (shale oil), fundamentalmente los estadounidenses. Para ello, los árabes están reduciendo los precios, con el fin de eliminar la rentabilidad de esos nuevos productores. A partir de ahí, la pregunta es dónde se sitúa el suelo de la cotización del petróleo.
Algunos estudios indican que una serie de productores estadounidenses de ‘shale’, para ser rentables, necesitarían un precio de 80 dólares por barril de WTI. De hecho, según un informe de Deutsche Bank, si el precio del petróleo cae por debajo de los 80 dólares por barril de WTI, entonces el 40% de la nueva producción estadounidense de ‘shale’ dejaría de ser rentable. En cambio, el nivel de rentabilidad de los productores de Arabia Saudí se sitúa en los 50 dólares. En consecuencia, y sobre el papel, los árabes tienen bastante margen para reducir los precios, si lo consideran necesario.
La Agencia Internacional de la Energía, en su informe mensual de octubre, indica, en cambio, minimiza el impacto e indica que solo el 4% de la producción de ‘shale’ en Estados Unidos dejaría de ser rentable con un precio del petróleo por debajo de los 80 dólares. Para la mayoría de los productores norteamericanos, una cotización en el entorno de los 70 dólares todavía les permite conseguir márgenes de rentabilidad aceptables. Goldman Sachs, por ello, considera que la cotización del crudo podrá caer hasta los 70 dólares en 2015. En cambio, la mayor parte de los países miembros de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) entrarían en pérdidas con ese precio.
Los analistas de energía de Citigroup van, incluso, más lejos. Según indican, con un precio de 70 dólares continuaría la expansión de la producción de petróleo ‘shale’ en Estados Unidos, en lugar de reducirse. Para que esta producción dejara de ser rentable, indica el documento, los precios tendrían que caer por debajo de los 50 dólares el barril. Barclays, por su parte, considera que el umbral de rentabilidad para la mayor parte de los productores estadunidenses se encuentra por encima de los 60 dólares.
Ahora bien, no hay que olvidar que en Estados Unidos, incluso, hay productores cuyo umbral de rentabilidad se sitúa por debajo de los 50 dólares por barril, en especial en el yacimiento de Eagle Ford, el más importante de EE.UU. En este sentido, Morgan Stanley indica que el umbral de rentabilidad para algunos de los productores que operan en Eagle Ford ha caído hasta los 30 dólares por barril.
En este contexto, la tendencia a la baja del precio del petróleo todavía tendría bastante recorrido. ¿Qué podría frenarla? Que algunas empresas de ‘shale’ con problemas financieros desaceleraran sus inversiones en exploración y extracción debido a la bajada de rentabilidades que implica la caída de precios. En ese caso, la oferta se reduciría y los precios se estabilizarían o subirían. Pero no hay que olvidar dos cuestiones fundamentales al respecto. La primera, que los avances técnicos en la extracción de ‘shale’ que se suceden cada día siguen reduciendo los costes de extracción y, por tanto, el umbral de rentabilidad. La segunda es que los países productores de petróleo que están perdiendo ingresos como consecuencia de la guerra de precios están manteniendo o aumentado su producción para tratar de defender su cuota de mercado. En consecuencia, lo más probable es que la cotización del crudo se siga reduciendo con el tiempo. Otra cosa es el ritmo al que lo vaya a hacer.