¿Es posible aplicar la lógica del capitalismo a la resolución de problemas sociales? Aunque para muchos esta posibilidad pueda parecer contradictoria en sí misma, lo cierto es que no lo es, como está demostrando el emprendimiento social.
Por emprendimiento social se entiende un determinado tipo de empresa en la que su razón de ser no es la maximización del beneficio económico de sus propietarios, sino la satisfacción de necesidades del entorno social en el que se despliega su actividad. Eso es lo que la diferencia de la empresa capitalista tradicional. En lo demás, se parece mucho porque busca obtener beneficios con los que poder autofinanciar sus actividades. Además, para alcanzar sus fines, los emprendedores sociales aplican estrategias de mercado. Su lógica de acción, por tanto, no entra dentro del campo de la actividad del sector público, pero tampoco en el de las organizaciones no gubernamentales.
El perfil del emprendedor social responde a un porcentaje de un 60% de hombres y un 40% de mujeres. La media de edad ronda los 35 años, y casi siempre llevan varios años trabajando en su idea: la han madurado y tienen una buena preparación al conocer el entorno y la problemática sobre la que quieren desarrollar su emprendimiento.
En nuestro país tenemos cada vez más ejemplos de emprendimiento social. Por ejemplo, en Ashoka España, integrada en Ashoka, la mayor red internacional de emprendedores sociales fundada en 1981 por Bill Drayton -llamado el ‘padre del emprendimiento social-‘, se apoya a 24 emprendedores sociales a los que proporciona, durante un año, recursos económicos, herramientas y asesoramiento para profesionalizar su proyecto y multiplicar su impacto.
Entre los proyectos incubados en Ashoka se encuentra Lonxanet, promovido por Antonio García Allut en 2006, con el fin de crear un modelo integral y sistémico para hacer viable económica y socialmente la pesca artesanal. Lonxanet está demostrando la viabilidad de la pesca artesanal a pequeña escala, comercializando anualmente más de 50.000 kg de pescado y marisco de las cofradías de pescadores.
Otro ejemplo es el de Beatriz Fadón, emprendedora social de 2008, cuyo proyecto consiste en desarrollar un sector agroecológico sólido y viable en España. Para ello está fortaleciendo el papel que juegan los agricultores a lo largo de toda la cadena de la industria agroecológica: desde la producción hasta la distribución y comercialización de los productos.
También está el caso de Jean Claude Rodríguez-Ferrera quien, a través de la puesta en marcha de grupos financieros autosostenibles que ayudan a diferentes comunidades a cubrir sus necesidades básicas de financiación, está consiguiendo que estos colectivos se beneficien de una red relacional de apoyos. Las Comunidades Autofinanciadas atienden necesidades básicas de crédito de un promedio de 350 euros con una rentabilidad para la comunidad del 16% anual.
Telefónica, a través de su fundación también tiene sus proyecto de emprendimiento social, llamado ‘Think big’, el cual o frece a los jóvenes de entre 15 y 26 años la oportunidad de transformar una idea propia que busque un camino positivo en la comunidad en un proyecto de éxito.
Entre los proyectos que patrocina se encuentra Bluetooth Vibrating Bracalet, promovido por un grupo de jóvenes de Girona que pretenden hacer una pulsera, conectada vía bluetooth al móvil, que alerte de los sms y así permita que las personas con sordera puedan darse cuenta de que han recibido un mensaje y leerlo. También lo pueden usar gente corriente, las mujeres por ejemplo que llevan el móvil en el bolso, o también lo pueden usar los deportistas que van en bici y tienen el móvil en la mochila, les llaman o les envían un mensaje importante y la pulsera los avisa.
AppStop es otro proyecto integrado en ‘Big Think’ que consiste en hacer una aplicación de coches compartidos en las escuelas. Aparte de facilitar la comodidad de los padres y la de los niños, esto también serviría para establecer vínculos de comunicación con otras familias, y permitiría sacar más provecho del vehículo.
Un último ejemplo de los muchos proyectos que alberga ‘Big Think’ es BarrioDescuentos. A sus autores les preocupa que, con la crisis, la gente consume menos, y las grandes superficies lanzan agresivos descuentos con los que el pequeño comercio no puede competir. Por ello, su idea es crear un portal web donde los pequeños comercios de los barrios puedan anunciarse de forma gratuita, siempre y cuando incluyan cupones, obsequios o cualquier otro atractivo para visitar ese comercio.
El Programa de Emprendimiento Social de «la Caixa», a su vez, tiene como finalidad apoyar a los emprendedores y empresas sociales en «fase semilla». Se dirige a empresas sociales de nueva creación, empresas sociales jóvenes y empresas sociales con primeras líneas de negocio.
El emprendimiento social también ha llegado al mundo educativo. En escuelas de negocio como ESADE o el Instituto de Empresa trabajan desde hace tiempo en este ámbito. También hay que destacar la Escuela de Emprendedores Sociales de la Universidad Autónoma de Madrid, una iniciativa pionera en nuestro país orientada a proporcionar a quienes tienen ideas y proyectos de carácter social, servicios de información, formación, acompañamiento y asistencia.