Una de las principales cuestiones que debe afrontar toda aquella persona que ahorra para financiar su jubilación, más allá de los ingresos que le reporte la pensión pública de la Seguridad Social, es cómo gestionar después el dinero acumulado. Si se retiran fondos demasiado rápido, uno puede encontrarse corto de dinero en los últimos años de su vida. Por ello, resulta conveniente considerar que ese ahorro para el retiro como un activo, como un generador de renta, no como recursos que se pueden gastar.
Steve Vernon, investigador del Stanford Center on Longevity, vinculado a la Universidad de Stanford, sugiere tres posibles estrategias a seguir con el fin de que el ahorro acumulado para la jubilación se convierta en un elemento generador de rentas.
La primera de ellas, si ese ahorro está materializado en acciones, títulos de deuda pública, cuentas bancarias, fondos de inversión, etc., consiste en gastar nada más que los dividendos e intereses que proporcionen esas inversiones. Con una cartera de inversiones adecuadamente equilibrada entre bonos y acciones, se puede obtener una rentabilidad anual de entre el 2% y el 3%. Por supuesto, esta estrategia proporciona un nivel de renta muy bajo, pero evita que el dinero se consuma con el paso del tiempo y permite, además, dejar posteriormente ese dinero en herencia a los hijos o donarlo a una institución de caridad o de cualquier otro tipo.
Si la cartera de inversión está bien estructurada, las fluctuaciones en el valor de la misma pueden ser bajas. Además, en caso de necesidad, siempre se puede vender parte de esa cartera con el fin de conseguir los recursos necesarios para atender una situación de emergencia.
La segunda estrategia consiste en gastar los recursos acumulados con cautela. Este método exige que la retirada de principal y de sus rendimientos se haga de forma que se minimice la probabilidad de agotar todo el ahorro antes de tiempo.
Esta estrategia funciona bien si se necesita más dinero que los meros intereses y dividendos y si lo importante es maximizar la renta durante la jubilación, en vez de dejar dinero en herencia a los hijos. Esta vía también cuenta con la flexibilidad necesaria a la hora de atender situaciones de emergencia, si se presentan, mediante la venta de activos.
Una regla a seguir si se quiere seguir esta estrategia es calcular el 4% de sus ahorros para la jubilación al inicio de cada año. Después se divide por doce la cantidad resultante con el fin de determinar la cantidad mensual de que se puede disponer. Si bien con este sistema es posible llegar a agotar los recursos, la probabilidad de que esto llegue a suceder es baja, de alrededor de un 10%.
La regla anterior está diseñada para ayudarle en caso de que se produzca un escenario adverso en los mercados financieros, por ejemplo, una caída significativa en el valor de su ahorro para la jubilación, si no está garantizado. Al seguir esa regla se evita que se retire demasiado dinero cuando el precio de los activos es muy bajo y luego no se cuente con suficientes activos para seguir financiando la jubilación cuando el mercado mejore y los precios se recuperen.
La tercera estrategia consiste en comprar una anualidad. Se trata de coger el dinero ahorrado para la jubilación y adquirir esa anualidad de una compañía de seguros, la cual se compromete a pagar una cantidad mensual de por vida. Se puede adquirir una anualidad cuya cuantía evolucione con la inflación, o una que pague una renta a su cónyuge o a quién usted decida si usted fallece antes. Cualquiera de estas variedades cuesta más dinero pero puede merecer la pena.
Las grandes ventajas de este sistema es que uno no tiene que gestionar su propio dinero y que se obtiene una renta mayor que con las otras dos estrategias anteriores, pero también presenta dos inconvenientes: no se puede dejar dinero en herencia a los hijos, ni retirar parte del mismo en caso de necesidad.
No obstante, nada le impide a usted utilizar una combinación de las tres estrategias anteriores con el fin de maximizar sus ingresos sin renunciar ni a la posibilidad de retirar dinero si lo necesita, ni a dejar algo en herencia a sus hijos. Por ello, una combinación recomendable es dedicar un tercio de su ahorro a la adquisición de esa anualidad y utilizar una de las otras dos estrategias para la retirada de dinero. En cualquier caso, conviene diseñar cuanto antes el plan a seguir, con el fin de poder calcular los recursos de qué podrá disponer cuando llegue la jubilación.
