El PIB chino de 2019 cerró con un crecimiento de 6,1%, una cifra que confirma la ralentización de le economía del país, obteniendo su peor resultado en treinta años desde 1990. Si comparamos este dato con el año anterior, el gigante asiático creció hasta el 6,6%. Los datos cumplen con los pronósticos del Gobierno que había fijado el crecimiento entre el 6-6,5% según las previsiones de los analistas.
Este año la economía china se ha visto afectada por la guerra comercial con EEUU, que hace unos días firmaron la primera fase de acuerdo para alcanzar una tregua. De esta forma, China profundizará la apertura de su mercado doméstico, aumentará la importación de materias primas y colaborar con las autoridades norteamericanas en la protección de la propiedad intelectual. Por su parte, Estados Unidos se comprometió a reducir a la mitad algunos de los aranceles impuestos a China, incluidos productos como teléfonos móviles y ordenadores.
Tal y como apunta Ning Jizhe, representante de la Oficina Nacional de Estadísticas: «Deberíamos saber que la economía mundial y el crecimiento del comercio se están ralentizando». La aparición de múltiples focos de inestabilidad y riesgo hacen que la economía se enfrente a una «creciente desaceleración», señaló.
Este dato confirma que China continúa por la senda de la desaceleración que tiene desde 2010, a excepción de 2017, único año en el que la economía china registró un repunte.
