La famosa marca Nutella se ha convertido, sin quererlo, en un indicador ‘secreto’ de la economía de Venezuela. A pesar de la grave crisis humanitaria que afecta al país caribeño y los problemas para acceder a la canasta básica, los escaparates de Caracas muestran una amplia oferta de este producto; especialmente, en los bodegones.
Ahora bien, la Nutella refleja muchas de las anomalías y desequilibrios que se acumulan en Venezuela. Es clave comprender que en los bodegones la moneda dominante es el dólar, que cada vez ocupa un mayor porcentaje de las transacciones en Venezuela. De ahí que para quienes solo tienen ingresos en bolívares, las cosas son más difíciles.
Un escenario al que se suma la presión de la hiperinflación que sufre el país desde 2017, lo que hace que artículos esenciales les resulten muy costosos. Para ellos, la Nutella que ven en muchos mostradores representa un lujo inalcanzable.
La ‘invasión’ de la Nutella es un reflejo de la destrucción del sistema productor interno y de la dependencia a la importación. Los expertos coinciden en que, por varias razones, en Venezuela resulta ahora más fácil y rentable importar que producir. El gobierno chavista suspendió los aranceles, lo que ha favorecido las importaciones. Mientras que el sector productivo está totalmente paralizado por las expropiaciones, falta de materia prima y la expulsión de la inversión privada.
El ‘índice Nutella’ también empieza a ver sus propios problemas de oferta y demanda. Los bodegones están empezando a sufrir las consecuencias de la competencia entre ellos. Como hay tantos, se ven obligados a bajar los precios y los márgenes de beneficio se reducen.
En te sentido, se ve cómo la oferta de Nutella empieza a saturarse. Un escenario parecido al que se prevé para el resto de la economía, ya que los pronósticos sobre el comportamiento de la economía no son optimistas. El FMI vaticinó que la economía venezolana seguirá cayendo este año y perderá un 10% de su Producto Interno Bruto (PIB).
