El suicidio de Blesa: otra cara del trágico final de Caja Madrid

Rodrigo Rato sale de prisión: «Solo deseo a mis compañeros suerte, justicia y libertad»

El exvicepresidente económico de Aznar obtiene el régimen de semilibertad por haber cumplido más de un cuarto de su pena

Rodrigo Rato sale de prisión: "Solo deseo a mis compañeros suerte, justicia y libertad"
Rodrigo Rato. PD

Rodrigo Rato, al que se ha tratado mucho peor que a los golpistas catalanes o a los terroristas etarras, vuelve a la vida. O al menos a algo parecido a eso.

Quien fuera vicepresidente económico con Aznar abandonado este 2 de octubre de 2020 la prisión madrileña de Soto del Real, en la que cumplía condena por el caso de las tarjetas “black” desde octubre de 2018, tras haber obtenido el tercer grado que le permite salir de la cárcel mediante control telemático.

El Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional concedió el jueves este régimen de semilibertad porque Rato había cumplido desde el pasado diciembre más de un cuarto de su pena de 4 años y medio y esta misma semana fue absuelto por la salida a Bolsa de Bankia, otro de sus frentes judiciales.

A su salida, Rato, que ha estado acompañado por su mujer, que llegó al centro penitenciario 45 minutos antes, se ha acercado a los medios de comunicación para destacar la labor del “padre Paulino” y de las personas “que le acompañan todos los domingos en la misa, que hacen una labor espléndida para todos los reclusos y todos los internos”, así como de las ONG con las que ha “podido colaborar” durante su estancia en el centro penitenciario.

También ha hecho una mención especial a sus “compañeros” de módulo, el número 10:

“Dejo muy buenos recuerdos, espero, y ellos desde luego los tienen en mí. Les deseo buena suerte, justicia y libertad”.

El ex director gerente del FMI pidió públicamente perdón por las tarjetas “black” en el momento de ingresar en prisión, el 25 de octubre de 2018, pero siempre defendió su inocencia en la salida a bolsa de Bankia, con el argumento de que la operación contó con el visto bueno de todos los supervisores.

En un auto, el magistrado José Luis Castro señaló que la Junta de Tratamiento de la cárcel de Madrid V había propuesto por mayoría la progresión del interno al tercer grado, al entender que está capacitado para seguir cumpliendo su condena en un régimen de semilibertad.

El juez concluyó que se dan “las circunstancias y variables” que le hacen merecedor del tercer grado, debiendo unir a ello su avanzada edad, 71 años, que le permitiría, si se dan los requisitos legales, obtener la libertad condicional por esta causa, así como por las enfermedades coronarias que padece.

Entre los factores positivos para la concesión del tercer grado, el juez incluyó el hecho de que Rato ha venido disfrutando de permisos de salida sin incidencia negativa alguna.

Añadía que en atención a la actividad profesional y edad se señala un pronóstico de reincidencia bajo y que el exvicepresidente ha asumido la responsabilidad pecuniaria derivada de su condena para el conocido como caso de las ‘tarjetas black’, en cuya ejecutoria abonó tanto la multa como la responsabilidad civil directa y subsidiaria.

DOS CARAS Y UNA MISMA TRAGEDIA

Rodrigo Rato ha sabido resistir y ha ganado una de sus batallas judiciales: la salida a bolsa de Bankia fue legal y no se cometió ningún delito. Así lo ha determinado esta semana la Audiencia Nacional. Le quedan otras causas pendientes, pero Rato podrá regresar a su casa en D. Ramón de la Cruz, en pleno barrio de Salamanca, y reunirse con su mujer, Alicia González Vicente (45 años).

Rato aguantó y eso le diferencia de otro de los grandes personajes que protagonizaron el fin de Caja Madrid: Miguel Blesa.

Ambos fueron, respectivamente, el penúltimo y el último presidente de la que fuera, con más de 300 años de historia, la caja de ahorros más antigua de España.

Y los dos tuvieron que beber el cáliz de compartir banquillo y sentencia en la Audiencia Nacional por el famoso caso de las tarjetas black: el uso “a su antojo” de dinero de la entidad financiera que estaba bajo su dirección, sin control alguno, a través de unas tarjetas de débito fraudulentas que utilizaron, junto a ellos, otros 63 exdirectivos de la extinta caja madrileña.

Sin embargo, poco han tenido que ver entre sí ambos protagonistas. Sus orígenes, trayectoria y desenlaces son bien dispares.

El primero, Blesa, nacido en Linares (Jaén) en 1947, de familia propietaria de tierras vinculadas al cultivo del olivo y la fabricación de aceites, se acabó suicidando el 19 de julio se 2017 mediante un tiro de escopeta de caza en el pecho, en la finca Puerto del Toro en la localidad de Villanueva del Rey, provincia de Córdoba.

Blesa no pudo soportar el señalamiento social y una profunda depresión acabó con su vida. Los que le conocieron recuerdan que no se sentía arropado por su segunda mujer, Gema Gámez (47 años), 27 menor que él, a la que conoció mientras trabajaba en el departamento de Mercado de Capitales de la caja madrileña.

Tampoco las relaciones que mantenía con su hija, María José Cus eran las mejores. Todo se vino abajo después del divorcio con su primera mujer, María José Portela. Los escándalos de los juicios de Caja Madrid quebrantaron aún más la relación. En su conjunto, la familia no fue capaz de soportar la presión.

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