Artículo de opinión

Francisco Coll Morales: Pedro, prescindir de Argelia no es una opción

La relación entre España y Argelia representa el 42% del gas consumido en el país. Una dependencia que pone en peligro el abastecimiento y, más importante aún, el escaso poder adquisitivo de las familias.

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez PD

En un momento en el que la guerra, la crisis, así como otros sucesos, enturbian el contexto con una excepcional incertidumbre, y en el que, además, sólo presenciamos tensiones que dificultan el funcionamiento de la economía y la recuperación económica, más riesgos se asoman en el horizonte para una economía que, como la española, “no gana para tanto disgusto”. En un momento en el que los bienes energéticos han llevado la inflación a máximos, la relación y, mejor dicho, la dependencia de Argelia podría volver a poner en aprietos a una economía que ve cómo la inflación está matando su crecimiento.

La actualización del cuadro macroeconómico ante unas previsiones que seguían situadas en el 7% ya era algo más que evidente, ante un contexto que no dejaba de cambiar. Pero hay que decir que el contexto en el que nos movemos ahora es totalmente distinto respecto al que nos movíamos hace una semana. Pues debemos saber que esa excepcional incertidumbre a la que nos enfrentamos lleva a los economistas a no poder realizar previsiones con la suficiente fiabilidad como para confiar en ellas. Y si a esto le sumamos los sucesos que se van dando con el paso de los días y que, como este, afectan a la economía, la dificultad es aún mayor.

Por esta razón, podemos actualizar el cuadro macroeconómico ante una guerra que está limitando claramente el crecimiento potencial de la economía española, pero también deberíamos tener en cuenta las posibles consecuencias que, de romperse las relaciones con Argelia, tendría este hecho en nuestra economía y, más importante, en el bolsillo de los ciudadanos en el país. Pues hay que decir que todos los indicadores consultados hasta la fecha ya anticipan esa ralentización de la economía, basada en una desaceleración del consumo que, en cierta forma, viene motivada y precedida por una elevada inflación, la cual, dicho sea de paso, no cesa sus ataques contra el poder adquisitivo de las familias.

En otras palabras, si la economía española se enfrentaba a numerosos retos ya de partida, el contexto nos muestra que estos retos son cada vez más numerosos y, por ende, complicados de sortear.

Así, antes de nada, es conveniente señalar que el reto al que nos enfrentamos en estos momentos se suma a la problemática que nos encontramos al analizar las fuentes de energía que posee España, así como al analizar la dependencia de un país que, a la luz de los datos, es un país que, energéticamente hablando, es plenamente dependiente. Y es que es importante resaltar esto que decimos, pues hablamos de una dependencia que, para que nos hagamos una idea, le lleva a registrar un saldo negativo en la balanza comercial, el cual quedaría justificado únicamente por esta dependencia citada.

Por esta razón, hablamos de un país que está más expuesto ante cualquier perturbación en el suministro y, de la misma forma, ante cualquier cambio repentino en los precios, que se trasladarían rápidamente a los consumidores.

Además, cuando hablamos de Argelia, hablamos del 41% del gas que compra España al exterior, por lo que la relación con el país africano podría influir más que cualquier otra en el suministro y el precio del gas y, por ende, de la energía. Así, de producirse una ruptura en las negociaciones, no solo estaríamos ante un encarecimiento de la energía, sino ante la posibilidad de que se produzcan desabastecimientos que podrían tensionar aun más los precios, provocando que estos se incrementen aun más. Una situación muy complicada, máxime en un momento como el actual.

Entre las medidas para combatir esta situación, se encuentra la reducción de la dependencia, pero hay que decir que reducir la dependencia es difícil. En el caso del petróleo, la diversificación geográfica es más posible por el hecho de que hay más productores, y más preparados. En el caso del gas, Estados Unidos, que es el segundo proveedor, representa el 16%, mientras que Rusia, como tercer proveedor, representa el 8%. Si tenemos en cuenta que no somos capaces –ni con sanciones– de acabar con la importación del 8% del gas de Rusia, acabar con el principal proveedor es una tarea extremadamente compleja, pudiendo tildarse de imposible en el corto/medio plazo.

En definitiva, los datos resaltan la importancia del asunto tratado por si solos. Pero ello parece no importarle a un Gobierno que únicamente ve luces, mientras ignora un contexto repleto de sombras en el horizonte. Pues debemos advertir que el suministro energético pende de un hilo en estos tiempos por los problemas que atraviesa la cadena de suministro, y poner en riesgo suministros alternativos por motivos políticos es una apuesta que, de salir mal, le acabará costando el dinero a las familias, que pagarán un precio más elevado por la energía nuevamente, acabando –esta vez por completo– con su bienestar.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído