En toda la boca.
Sin titubeo y con un t¡tular que pone los pelos de punta: «Spain’s blackout story is disintegrating» (La historia del apagón en España se desmorona)
Seguido de un subtitulo aclaratorio: «It is the socialist government, not green energy, that ought to be on trial in this fiasco» (Es el gobierno socialista, no la energía verde, el que debería estar en el banquillo por este fiasco).
Lo publica The Telegraph, uno de los diarios más influyentes del Reino Unido y lo firma Ambrose Evans-Pritchard, editor de economía mundial del rotativo y un periodista de larga y acrisolada trayectoria.
Ambrose ha cubierto política y economía mundial durante 30 años, con base en Europa, Estados Unidos y América Latina.
El pasado 28 de abril, millones de ciudadanos en España, Portugal y parte del sur de Francia vivieron en primera persona lo que parecía sacado de una distopía: ciudades enteras paralizadas, trenes detenidos, aeropuertos sumidos en el caos y hasta el Parlamento español cerrado por falta de suministro eléctrico.
El gran apagón peninsular no solo dejó a oscuras a media Europa, sino que abrió un debate encendido sobre la verdadera causa detrás del mayor colapso energético en la historia reciente de un país desarrollado.
En medio del desconcierto, The Telegraph, uno de los diarios más influyentes del Reino Unido, lanza una acusación contundente: según sus investigaciones, el apagón habría sido provocado por un «experimento» del Gobierno español para probar los límites del sistema eléctrico bajo alta penetración de energías renovables.
El objetivo no era otro que medir hasta dónde podía incrementarse la dependencia de estas fuentes limpias, anticipando la desconexión nuclear prevista para 2027. ¿Audaz ensayo verde o negligencia energética?
La versión oficial: oscilaciones, fenómenos extraños y muchas incógnitas
Las autoridades españolas han insistido desde el primer momento en que todas las hipótesis siguen abiertas. Según los datos recabados hasta ahora por Red Eléctrica (REE), el incidente se desencadenó alrededor de las 12:33 horas cuando una «fuerte oscilación» en los flujos eléctricos hizo desaparecer, en apenas cinco segundos, 15 gigavatios de generación eléctrica—un brutal 60% del consumo nacional en ese momento. El sistema colapsó y quedó aislado del resto de Europa, produciéndose el temido cero energético.
¿La causa? Los expertos apuntan a una conjunción de factores: desconexión súbita en centrales eléctricas (probablemente fotovoltaicas), seguidas por un fenómeno atmosférico inusual—lo que algunos técnicos llaman «vibración atmosférica inducida», provocada por cambios bruscos de temperatura. Sin embargo, ni la hipótesis cibernética ni un fallo estructural han sido descartados oficialmente. El presidente Pedro Sánchez, en tono solemne, pidió evitar especulaciones y confiar solo en fuentes oficiales. Pero la falta de respuestas no ha hecho sino alimentar la polémica.
Renovables bajo sospecha: entre la transición ecológica y el riesgo sistémico
El gran apagón llega en un momento crítico para la política energética española. En los últimos años, España ha acelerado su apuesta por las energías renovables—solar y eólica principalmente—con el objetivo declarado de abandonar progresivamente la energía nuclear a partir de 2027. Sin embargo, The Telegraph sostiene que este empuje verde se ha realizado sin reforzar adecuadamente la red eléctrica nacional. Mientras países como Alemania o Reino Unido destinan hasta el 80% del gasto en renovables a mejorar infraestructuras eléctricas, España apenas alcanza el 35%. Un error estratégico que habría dejado al sistema vulnerable ante cualquier perturbación significativa.
La Asociación Española de Empresas de Energía Eléctrica (AELEC) no ha tardado en criticar duramente la gestión gubernamental. Según AELEC, las alarmas llevaban tiempo sonando: oscilaciones extremas de voltaje durante horas precedieron al apagón sin que se tomaran medidas preventivas serias. Todo ello mientras Red Eléctrica, controlada políticamente según denuncia el diario británico, minimizaba públicamente los riesgos.
Por si fuera poco, algunas voces críticas han llegado a comparar la situación con Chernóbil—una analogía sin duda exagerada pero reveladora del clima de desconfianza generado por la falta de transparencia institucional.
Impacto social y político: del caos urbano al rifirrafe parlamentario
El efecto dominó del apagón fue inmediato. Los trenes se detuvieron entre estaciones, miles de pasajeros quedaron varados en aeropuertos como Madrid-Barajas o Lisboa-Portela—donde incluso se cerraron terminales—y eventos internacionales como el Open de Madrid tuvieron que suspenderse. Las redes sociales ardían mientras la ciudadanía alternaba entre buscar respuestas y aprovechar para improvisar picnics urbanos bajo un sol inesperadamente generoso.
En paralelo, los partidos políticos se lanzaron dardos cruzados. La oposición acusó al Gobierno Sánchez de ocultar información clave y subestimar los riesgos asociados a su política energética. Desde Moncloa, se insiste en que la investigación sigue abierta y que no hay elementos concluyentes para responsabilizar ni a las renovables ni a ningún agente específico.
La Comisión Europea también ha pedido explicaciones detalladas ante la magnitud del fallo y su impacto internacional; recordemos que Portugal apunta directamente a España como origen técnico del colapso eléctrico conjunto.
¿Experimento o accidente? Las claves técnicas tras el titular
A nivel técnico, lo ocurrido pone sobre la mesa los desafíos inherentes a una transición energética acelerada:
- La generación renovable es menos predecible que las fuentes convencionales; depende del viento y del sol.
- La red debe ser capaz de gestionar picos y caídas bruscas sin comprometer su estabilidad.
- Las inversiones en almacenamiento (baterías) e interconexiones internacionales siguen siendo insuficientes.
- La gobernanza y transparencia institucional son críticas para mantener la confianza ciudadana.
Aurora Energy Research señala que la frecuencia eléctrica cayó repentinamente ese día desde los 50 hercios habituales hasta apenas 49; una caída tan brusca obliga por seguridad a apagar automáticamente muchas centrales para evitar daños mayores. Este tipo de incidentes demuestran que, si bien las renovables son imprescindibles para combatir el cambio climático, su integración requiere planificación rigurosa y sistemas robustos.
Anécdotas y curiosidades eléctricas
No todo fue drama aquel día. En medio del caos surgieron escenas insólitas:
- Los camareros madrileños aprovecharon para servir cañas «a mano» mientras las máquinas registradoras descansaban.
- En Barcelona se organizaron espontáneas partidas de cartas bajo farolas apagadas.
- Los turistas atrapados en Lisboa improvisaron un karaoke multilingüe a falta de pantallas informativas.
- Algunos ingenieros bromearon sobre «el primer gran test involuntario» del teletrabajo masivo… sin electricidad.
Y como dato curioso: nunca antes desde que existen registros modernos había caído tanta producción eléctrica en tan poco tiempo sin mediar guerra o desastre natural.
Este gran apagón deja muchas preguntas abiertas pero también una certeza: la luz no solo ilumina ciudades; pone bajo los focos nuestras decisiones colectivas sobre qué futuro energético queremos construir. Y como toda buena novela eléctrica… ¡continuará!