La tensión comercial entre Estados Unidos y China, que ha mantenido en vilo a los mercados globales durante meses, podría estar a punto de experimentar un punto de inflexión.
El presidente Donald Trump anunció este 5 de junio de 2025 que mantuvo una conversación telefónica de 90 minutos con el dictador chino Xi Jinping, la primera desde que Trump asumió su segundo mandato presidencial.
Esta llamada marca un hito importante en las relaciones entre las dos mayores economías del mundo, que han estado inmersas en una escalada arancelaria sin precedentes.
Según informó el propio Trump a través de su red social Truth Social, la conversación «se centró casi exclusivamente en el COMERCIO» y «resultó en una conclusión muy positiva para ambos países«.
El mandatario estadounidense adelantó que ambas partes acordaron reanudar las negociaciones comerciales «en breve» en un lugar aún por determinar.
"I just concluded a very good phone call with President Xi, of China, discussing some of the intricacies of our recently made, and agreed to, Trade Deal…" – President Donald J. Trump pic.twitter.com/vo9QO7IOWD
— The White House (@WhiteHouse) June 5, 2025
Un respiro tras meses de guerra comercial
La llamada entre ambos líderes llega en un momento crítico para las relaciones comerciales entre Washington y Pekín. El pasado 12 de mayo, ambos países alcanzaron un acuerdo temporal que redujo significativamente los aranceles impuestos por Estados Unidos a los productos chinos, pasando del 145% al 30%, mientras que China rebajó sus gravámenes sobre las importaciones estadounidenses al 10%. Este pacto de 90 días tenía como objetivo proporcionar un periodo de calma que permitiera a ambas partes negociar un acuerdo más amplio, pero las conversaciones se estancaron rápidamente.
La semana pasada, Trump acusó a China de violar el acuerdo del 12 de mayo. Según funcionarios estadounidenses, el gigante asiático está reteniendo algunos productos, incluidos minerales de tierras raras, que había acordado reanudar su exportación bajo el acuerdo. Por su parte, China alegó que Estados Unidos está socavando el pacto al imponer nuevas directrices de control de exportación sobre chips de inteligencia artificial y planear la revocación de visados de estudiantes chinos.
En su publicación posterior a la llamada del jueves, Trump afirmó que «ya no debería haber preguntas respecto a la complejidad de los productos de tierras raras», sugiriendo que este punto de fricción podría haberse resuelto durante la conversación.
Equipos de alto nivel para las negociaciones
El presidente Trump anunció que las conversaciones de alto nivel entre funcionarios estadounidenses y chinos se reanudarán «en breve en un lugar por determinar». La delegación estadounidense estará representada por figuras de peso en su administración: el secretario del Tesoro Scott Bessent, el secretario de Comercio Howard Lutnick y el representante comercial de EE.UU. Jamieson Greer.
Esta noticia llega después de que Bessent declarara el domingo en el programa «Face the Nation with Margaret Brennan» que esperaba que ambos líderes resolvieran sus diferencias cuando hablaran, mostrándose «confiado en que cuando el presidente Trump y el presidente Xi mantengan una llamada, esto se solucionará», refiriéndose específicamente a la disputa sobre los minerales de tierras raras.
Invitaciones mutuas y relaciones personales
Un aspecto destacable de la conversación fue el intercambio de invitaciones entre ambos mandatarios. Según Trump, Xi lo invitó a él y a la primera dama Melania Trump a visitar China, mientras que el presidente estadounidense correspondió invitando a Xi a Estados Unidos. «Como presidentes de dos grandes naciones, esto es algo que ambos esperamos hacer», escribió Trump.
La embajada china en Washington confirmó que los dos líderes hablaron a petición de Trump. Esta dinámica personal entre ambos líderes podría ser clave para el futuro de las relaciones comerciales, especialmente considerando las declaraciones previas de Trump. Apenas un día antes de la llamada, el presidente estadounidense había escrito en Truth Social: «Me gusta el presidente XI de China, siempre me ha gustado y siempre me gustará, pero es MUY DURO Y EXTREMADAMENTE DIFÍCIL PARA HACER UN TRATO CON ÉL».
Un conflicto con profundas implicaciones económicas
La guerra comercial entre Estados Unidos y China no es simplemente un enfrentamiento arancelario, sino una batalla por la supremacía económica global con profundas implicaciones geopolíticas. El conflicto se intensificó dramáticamente cuando Trump impuso aranceles del 145% sobre productos chinos a principios de abril, lo que provocó una respuesta inmediata de Pekín y prácticamente paralizó el comercio entre ambos países.
El 2 de abril, Trump declaró una emergencia nacional relacionada con el déficit comercial de Estados Unidos, invocando la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional de 1977 (IEEPA) para imponer un arancel base del 10% a todos los países. Posteriormente, el 9 de abril, estableció aranceles recíprocos más altos para los países con los que Estados Unidos tiene los mayores déficits comerciales, siendo China uno de los principales objetivos.
La administración Trump ha justificado estas medidas argumentando que «los grandes y persistentes déficits comerciales anuales de bienes de EE.UU. han llevado al vaciamiento de nuestra base manufacturera, han resultado en una falta de incentivos para aumentar la capacidad de fabricación nacional avanzada, han socavado las cadenas de suministro críticas y han hecho que nuestra base industrial de defensa dependa de adversarios extranjeros».
La batalla por la supremacía tecnológica
Más allá de los aranceles y el déficit comercial, el conflicto entre Estados Unidos y China tiene una dimensión tecnológica crucial. Ambas potencias están inmersas en una intensa competencia por el liderazgo en sectores estratégicos como los semiconductores, componentes esenciales para prácticamente toda la tecnología moderna.
Esta batalla tecnológica ha llevado a Estados Unidos a imponer restricciones a la exportación de chips de inteligencia artificial avanzados a China, una medida que Pekín considera una violación del acuerdo comercial temporal alcanzado en mayo. Los semiconductores son considerados bloques fundamentales para el desarrollo tecnológico futuro, desde teléfonos inteligentes hasta sistemas de defensa avanzados, y el dominio en este sector podría determinar el liderazgo económico y militar en el siglo XXI.
Perspectivas y desafíos futuros
A pesar del tono positivo de la conversación entre Trump y Xi, los analistas advierten que el camino hacia un acuerdo comercial integral sigue siendo complejo. Las diferencias estructurales entre ambas economías, las preocupaciones de seguridad nacional y la creciente competencia tecnológica plantean desafíos significativos para cualquier negociación.
El acuerdo temporal de mayo, que redujo los aranceles pero mantuvo un gravamen base del 10% por parte de Estados Unidos, refleja la estrategia de Trump de utilizar los aranceles como herramienta de presión mientras busca concesiones más amplias de China en áreas como el acceso al mercado, la protección de la propiedad intelectual y las prácticas comerciales.
La reanudación de las conversaciones comerciales representa una oportunidad para estabilizar las relaciones económicas entre ambas potencias, pero el éxito dependerá de la voluntad de ambas partes para hacer concesiones significativas. La llamada entre Trump y Xi ha abierto una puerta al diálogo, pero el verdadero trabajo comenzará cuando los equipos negociadores se sienten a la mesa.
Mientras tanto, los mercados globales y las cadenas de suministro internacionales seguirán atentos a cualquier señal de progreso o retroceso en estas negociaciones, conscientes de que el resultado de este pulso comercial entre gigantes tendrá repercusiones en la economía mundial durante años.