El horizonte laboral para los jóvenes en España se complica: quienes hoy tienen entre 16 y 29 años deberán retrasar su jubilación hasta los 71 años para poder mantener un nivel de vida similar al actual.
Además, tendrán que cotizar más tiempo y aceptar una pensión menos generosa, según advierten los principales estudios económicos publicados esta semana.
La entrada cada vez más tardía de los jóvenes al mercado laboral es uno de los factores clave.
Actualmente, solo el 43,2% de los jóvenes entre 16 y 29 años está empleado, un dato que contrasta con el 58,7% de 2007. La precariedad también es evidente: el 25,3% de los jóvenes trabaja a tiempo parcial y un 34,4% tiene contratos temporales, casi el doble que la media general.
Los salarios son un 34% inferiores a la media nacional, lo que retrasa su estabilidad económica hasta bien pasada la treintena. Todo esto limita la posibilidad de acumular años cotizados suficientes para acceder a una pensión completa.
Más años trabajando o menos pensión
Con la última reforma de las pensiones, la edad legal de jubilación subirá a los 67 años en 2027 para quienes no alcancen los 38,5 años cotizados. Pero el verdadero problema para los jóvenes actuales es que, por su incorporación tardía al empleo estable, muchos llegarán a los 65 con apenas 30 años cotizados. Esto les obligará a seguir trabajando hasta los 71 años si quieren aspirar a una pensión digna. Si deciden jubilarse antes con menos años cotizados, verán reducida considerablemente su prestación mensual debido a los coeficientes reductores aplicados por la Seguridad Social.
Tasa de reemplazo: menos pensión respecto al salario
La llamada tasa de reemplazo (el porcentaje del último salario que cubre la primera pensión) también va a la baja. Ahora ronda el 77%, pero las proyecciones para quienes se jubilen en torno a 2065 hablan de un descenso hasta el 75%. Si avanzan otras reformas debatidas (como ampliar el periodo de cálculo o exigir más años cotizados), podría bajar hasta el 57%, dejando a muchos jubilados futuros con poco más de la mitad de sus ingresos previos al retiro.
“Para mantener el nivel de vida previo con solo 30 años cotizados será necesario trabajar hasta los 71”, resume un informe reciente de la Fundación BBVA y el IVIE.
Cotizaciones más altas para todos
Las reformas ya han puesto en marcha un incremento progresivo del tipo de cotización: pasará del 0,8% actual al 1,2% en 2029. Este esfuerzo adicional no se traducirá en una mejora directa del importe de la pensión futura, sino en una mayor sostenibilidad del sistema público frente al envejecimiento demográfico.
Comparativa internacional y posibles escenarios
España no es ajena a tendencias vistas en otros países europeos:
País | Edad jubilación prevista | Años necesarios para pensión completa | Tasa reemplazo futura estimada |
---|---|---|---|
España | 71* | ≥40 | <75% |
Francia | 64-67 | ≥43 | ~60-70% |
Alemania | 67 | ≥45 | ~50-60% |
*Proyección para jóvenes actuales.
La situación puede empeorar si finalmente se adoptan medidas como:
- Elevar el cómputo del cálculo a toda la vida laboral.
- Exigir hasta 40 años cotizados para cobrar el 100%.
- Vincular la cuantía inicial al aumento de la esperanza de vida.
Estas reformas reducirían aún más la tasa de reemplazo y dificultarían mantener el nivel adquisitivo tras la jubilación.
¿Qué alternativas tienen los jóvenes?
Ante este panorama, las opciones pasan por:
- Ahorro privado: Contratar planes individuales o colectivos para complementar las futuras pensiones públicas.
- Herencias o patrimonio familiar: Solo una minoría podrá recurrir a estas fuentes.
- Trabajos prolongados: Demorar voluntariamente la edad de retiro.
Sin embargo, con salarios bajos y empleos precarios durante buena parte de su vida laboral, ahorrar será un reto considerable para buena parte de esta generación.
Una generación más expuesta y vulnerable
Los expertos insisten en que los jóvenes españoles están hoy mucho más expuestos a crisis económicas y empleos inestables que sus predecesores. La combinación de tardía entrada en el mercado laboral, peores condiciones y reformas restrictivas condena a muchos a una vejez con menos recursos públicos.
La cuestión no es solo cuánto cobrarán cuando se jubilen, sino también cómo afrontar décadas adicionales en activo para compensar lo que no han podido aportar antes. El debate sobre el futuro del sistema público se intensifica y obliga a repensar soluciones colectivas e individuales.
En definitiva: salvo cambios drásticos o mejoras inesperadas del mercado laboral juvenil, jubilarse antes será un lujo reservado a pocos. Para la mayoría, será necesario trabajar más años y conformarse con una pensión menor respecto a lo que percibieron las generaciones previas.