La tregua se alarga otros tres meses y el pulso entre Estados Unidos y China entra en una fase decisiva.
La Casa Blanca firmó a última hora de este 11 de agosto de 2025 una orden que aplaza la activación de los aranceles amplios contra Pekín, evitando un shock inmediato para empresas y mercados.
El gesto llega acompañado de una respuesta simétrica: Pekín mantiene su pausa arancelaria por el mismo periodo y deja abierta la puerta a avanzar en las negociaciones técnicas sobre acceso a mercado, controles de exportación y cadenas de suministro.
A día de hoy, la decisión de Donald Trump evita que vuelva a dispararse la carga arancelaria sobre importaciones chinas y concede tiempo para cuadrar un marco transatlántico-asiático más estable y una posible cumbre con Xi Jinping más adelante en el año.
La orden se firmó horas antes del plazo límite, cuando la tregua expiraba pasada la medianoche, y congela, por ahora, un escenario de subidas que los sectores expuestos temían desde mayo.
Qué se ha decidido y por qué importa
- La Casa Blanca prorroga 90 días la pausa en la aplicación de nuevos aranceles a China y mantiene “todos los demás elementos del acuerdo” previos sin cambios.
- China confirma la extensión de su “pausa arancelaria recíproca” por tres meses a través de sus canales oficiales.
- El aplazamiento se formalizó minutos antes del vencimiento de la tregua, evitando que la carga arancelaria escalara de nuevo a niveles máximos contemplados anteriormente.
- Empresas con exposición a China aplauden la medida por aportar tiempo y certidumbre mínima para planificar inversiones y pedidos a medio plazo.
La decisión llega tras contactos de alto nivel y rondas técnicas en Estocolmo a finales de julio, donde ambas partes ya habían dejado entrever que la tregua podía ampliarse si había margen para un paquete negociado que combinara aranceles más bajos con ajustes en medidas no arancelarias.
Señales desde Washington y Pekín
- En Washington, el mensaje oficial subraya dos ideas: mantener la presión negociadora y evitar un golpe abrupto a precios e inventarios en plena reconfiguración de cadenas de suministro.
- En Pekín, el Ministerio de Comercio sostiene el mantenimiento de un arancel del 10% como base recíproca durante la pausa y comunica voluntad de abordar ciertas barreras no arancelarias que afectan a exportaciones estadounidenses, con matices y condicionada a avances paralelos.
Ambos gobiernos admiten diferencias en temas estructurales —subsidios industriales, transferencia de tecnología y controles a productos estratégicos—, pero se han movido en las últimas semanas en medidas “compensadas”: alivio parcial de restricciones chinas en materiales críticos y una flexibilización estadounidense en licencias y controles para empresas específicas del ecosistema de chips.
Impacto económico y de mercado
- La prórroga reduce el riesgo de un shock inflacionario adicional en bienes importados, sobre todo en electrónica de consumo, maquinaria y componentes industriales que dependen de insumos chinos.
- Sectores con inventarios ajustados —retail, automoción, hardware— ganan tiempo para reprogramar pedidos y diversificar proveedores. El Consejo Empresarial Estados Unidos–China califica la extensión como “crucial” para negociar acceso a mercado y dar visibilidad a la inversión.
- En mercados, el alivio temporal suele traducirse en menor volatilidad intradía y en una prima de espera a la próxima fecha clave; no obstante, el riesgo de “subida en el acantilado” persiste si no hay avances técnicos suficientes antes del nuevo límite.
Tabla rápida de potenciales efectos a 90 días:
| Ámbito | Efecto inmediato | Riesgo si no hay acuerdo |
|---|---|---|
| Precios de importación | Estabilización de cestas afectadas | Repunte en electrónica y bienes duraderos |
| Inversión empresarial | Reanudación selectiva de pedidos | Aplazamientos y mayor coste de capital |
| Cadenas de suministro | Más margen para relocalización gradual | Reconfiguración forzosa y cuellos de botella |
| Sentimiento de mercado | Menor volatilidad táctica | Venta de cobertura ante fecha límite |
Qué se negocia en la práctica
Las conversaciones se centran en tres frentes con vasos comunicantes:
- Aranceles y calendario
- Mantenimiento de una base arancelaria reducida durante la negociación y un esquema de “escalones” sujeto a hitos verificables.
- Medidas no arancelarias
- Acceso a mercado y retiro parcial de barreras técnicas, licencias de exportación y restricciones a materiales críticos y software de diseño de semiconductores.
- Gobernanza y verificación
- Mecanismos de cumplimiento para evitar que la tregua se convierta en una sucesión de prórrogas sin resultados, y una hoja de ruta hacia una cita bilateral Trump–Xi si hay avances medibles.
Lectura política y geoestratégica
- La extensión encaja con una estrategia de “presión con válvula de escape”: mantener la amenaza arancelaria para arrancar concesiones, pero dosificar su aplicación para no dañar a la economía doméstica a corto plazo.
- Pekín responde con reciprocidad acotada, defendiendo el principio de igualdad y beneficio mutuo y dejando claro que habrá contramedidas si los gravámenes vuelven a subir.
- Una cumbre antes de fin de año queda sobre la mesa si el “marco” del acuerdo se perfila en estas semanas. El Tesoro estadounidense ha deslizado que “están los ingredientes”, aunque faltan detalles finos y garantías de cumplimiento.
Lo que vigilar en las próximas semanas
- Señales sobre un encuentro bilateral y la fijación de un paquete “fase 1.5”: menos aranceles, más cumplimiento y alivio selectivo en tecnología.
- Comunicados del Ministerio de Comercio chino sobre exportaciones de materiales estratégicos y permisos a empresas tecnológicas.
- Reacción de las cadenas minoristas en EE. UU. de cara a la temporada alta y ajustes en guías de beneficios de fabricantes expuestos a China.
- Cualquier movimiento unilateral que altere el equilibrio (nuevas listas de entidades, controles a chips de última generación o tierra rara), que elevaría el riesgo de ruptura.
Claves rápidas
- 90 días más de pausa arancelaria, firmados al borde del plazo.
- Respuesta recíproca de Pekín y mantenimiento de su base del 10% durante la prórroga, con ajustes limitados en barreras no arancelarias.
- Ventana para pactar aranceles más bajos y normas de cumplimiento, con una posible cumbre Trump–Xi si hay avances técnicos.
- Alivio para empresas y mercados, pero con un riesgo latente si no se concreta un acuerdo operativo antes del nuevo límite.
Fuentes consultadas sostienen que las reuniones de Estocolmo fueron determinantes para esta prórroga y que el diseño del siguiente tramo dependerá de compromisos verificables en materias sensibles como tecnología y minerales críticos. La prolongación de la tregua no despeja el conflicto, pero evita una escalada inmediata y compra tiempo para intentar un aterrizaje negociado que estabilice el comercio entre las dos mayores economías del mundo.
