El Banco de España advierte de que las crisis con origen financiero generan una recuperación más gradual

El Banco de España afirma que la experiencia histórica sugiere que las crisis que tienen un origen financiero, como es el caso de la actual, suelen generar una contracción de la actividad «más profunda» y una recuperación «más gradual» del crecimiento, como lo demuestra la «prolongada atonía» de las economías avanzadas y su elevada dependencia de los estímulos monetarios.

En el boletín económico de enero, la autoridad monetaria indica que el proceso de recuperación de las economías avanzadas tras la Gran Recesión está discurriendo con una «acusada debilidad», de modo que los ritmos de crecimiento se han situado, en general, por debajo de las tendencias precrisis y, en algunos casos, se ha recaído en la recesión.

«Existe, por tanto, un consenso que indica que las recesiones que siguen a las crisis financieras son inusualmente severas y largas, particularmente si son globales, y que las recuperaciones que las suceden suelen ser débiles, si bien los resultados varían en función de las condiciones de partida y los desequilibrios acumulados, de la respuesta de las políticas económicas y del entorno exterior más o menos favorable», reitera.

Además, afirma que las recesiones asociadas a crisis financieras están a menudo sincronizadas entre países y suelen coincidir con caídas del crédito y de los precios de los activos, como la bolsa y los precios de la vivienda, que suelen ser «prolongadas y severas».

Según el Banco de España, aunque son muchos los factores que están detrás de esta lenta recuperación, apunta a los desequilibrios acumulados en el periodo previo a la crisis financiera, especialmente los elevados niveles de endeudamiento y el sobredimensionamiento de los sectores financiero e inmobiliario, que están constituyendo un freno a la demanda, cuya atonía dificulta a su vez la corrección de dichos desequilibrios.

«Pero más allá de este círculo vicioso entre sobreendeudamiento y falta de pulso de la demanda, la atonía de esta última también puede responder, en parte, a las tendencias al aumento del ahorro y a la reducción de la inversión, a escala global, vigentes durante las últimas tres décadas y acentuadas a raíz de la crisis», subraya.

DETERIORO DEL CRECIMIENTO POTENCIAL.

También resalta que la debilidad de la demanda está repercutiendo sobre el proceso de acumulación de capital físico y sobre la calidad del capital humano a través del deterioro del desempleo de larga duración, por lo que, de prolongarse en el tiempo, podría acabar incidiendo en el crecimiento potencial de la economía. A ello también podría contribuir el envejecimiento de la población, el descenso de las tasas de inversión y la caída del ritmo de progreso tecnológico.

Por todo ello, asegura que las políticas de demanda deben mantener un «sesgo expansivo», con el fin de cerrar las brechas de producción negativas y evitar que se consolide un escenario de «debilidad crónica» de la demanda, pero atendiendo también a los riesgos para la sostenibilidad de las finanzas públicas. Además, dice que las reformas estructurales son necesarias para revertir parte del retroceso del crecimiento potencial.

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