Los Credit Default Swaps (CDS) son una clase de productos derivados, particularmente interesantes por el gran protagonismo que han alcanzado con la reciente crisis económica.
Consiste en un contrato bilateral a través del cual, el vendedor, generalmente una entidad financiera, asegura al comprador el cobro de un crédito del que es titular. Así el comprador-asegurado paga una serie de primas al vendedor y éste a cambio se compromete a abonar una cantidad predeterminada si se produce un impago por parte del emisor.
Se utiliza como seguro contra impago, transfiriendo el riesgo de un activo al vendedor del CDS, que actúa como asegurador. Un inversor comprará un CDS sobre un activo financiero para protegerse del impago de ese activo. Para ello, pagará una prima al vendedor del CDS, que en caso de que la empresa sobre la que tiene el activo quiebre le pagará el valor del activo. Si la empresa finalmente no quiebra, el comprador del CDS habrá perdido la prima en favor del vendedor.
El comprador se asegura el cobro del valor del crédito pagando una prima periódica (funcionaría como un seguro), si la entidad de referencia del CDS entra en un evento de crédito (quiebra, reestructuración o suspensión de pagos) recibirá una cantidad determinada, ya que en ese caso el vendedor del CDS tiene que pagar una cantidad determinada al comprador, que es la contrapartida que recibe la prima periódica.