Moody’s resalta la estabilidad de los ratings de la eurozona, pero ve riesgos en Grecia y la deflación

La agencia de calificación crediticia Moody’s destaca que la perspectiva crediticia para la mayoría de los países de la eurozona es ‘estable’, pese a los riesgos a la baja que siguen representando la deflación y la posibilidad de que Grecia abandone la eurozona.

En un informe, Moody’s incide en que la perspectiva ‘estable’ refleja el equilibrio entre los riesgos a la baja y la moderada recuperación económica en marcha, que está respaldada por los menores precios de las materias primas y por el impacto del programa de compra de deuda del Banco Central Europeo (BCE).

La agencia explica que, tras las subidas de ratings en 2014, la calidad crediticia se ha estabilizado en la eurozona, ya que 15 de los 19 soberanos que analiza cuentan con una perspectiva ‘estable’. Las únicas excepciones son España y Lituania, donde es ‘positiva’; Francia, donde es ‘negativa’, y Grecia, donde está en revisión para una posible rebaja.

«En general, vemos un potencial muy limitado de una mejora de los ratings soberanos en la eurozona desde sus niveles actuales, y los riegos materiales a la baja persisten», incide la vicepresidenta de Moody’s y autora del informe, Kathrin Muehlbronner.

Muehlbronner remarca que la perspectiva ‘estable’ refleja su previsión de una «moderada recuperación económica» este año, así como algunos progresos para reducir el déficit presupuestario de muchos países.

Sin embargo, añade que la mayor parte de la mejora fiscal se debe al resurgir del crecimiento más que a medidas políticas activas, y subraya que la deuda pública seguirá subiendo en gran parte de la economías y sólo descenderá en cuatro.

Respecto a los riesgos a la baja, resalta que la actual confrontación entre el nuevo Gobierno griego y sus socios europeos no ha tenido aún efecto contagio en otros países, pero advierte de que si el país abandona el euro tendría «graves consecuencias» para el conjunto de la eurozona, y la periferia en particular.

«Este escenario generaría inevitablemente dudas sobre qué presiones podría provocar en otros países para que dejen una unión monetaria que ha sido diseñada para ser indivisible», agrega.

Asimismo, alerta de que un «inesperado» periodo prolongado de muy baja inflación y débil crecimiento llevaría a un continuado incremento de la deuda pública en la mayoría de los países, lo que a su vez dejaría expuestos a una serie de soberanos a nuevos impactos en la confianza o el crecimiento.

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