Diversas formas de ganar una partida de póker: la psicología

Diversas formas de ganar una partida de póker: la psicología
La psicología en juegos Geralt

El hecho de que el póker sea un juego de azar pero que, a la vez, requiere de grandes dosis de conocimiento es ya todo un hecho constatado. Nadie en su sano juicio puede contradecir que la interpretación de las probabilidades, su análisis, y el cálculo de las cartas que están en la mesa, más las que se puedan suponer que están en manos de los rivales ayuda enormemente a hacerse con un gran número de partidas. El porcentaje de victorias de un jugador que tenga todo esto en su cabeza frente al de un novato es infinitamente superior. De ahí que siempre haya que colocar un asterisco en la concepción del póker como juego de azar. El póker, desde luego, no es sólo suerte aunque sí que es cierto que siempre haya que contar con ella.

De ahí la frustración de muchos cuando jugando una partida de póker, ya sea online o en persona, ven como un jugador que no tiene idea alguna de jugar se lleva una partida, y un buen bote de dinero con un 2 y un 7. Probablemente, su rival pudiese haber tenido una pareja de ases, hizo todo lo que tenía que hacer bajo la teoría del póker y se jugó un all-in cuando su rival probablemente no tenía nada y, obviamente, perdió. Pero la otra opción es que el ganador, sabiendo desde el principio que tenía unas dobles parejas desde el flop, no hiciese más que jugar con su suerte y con la psicología de su rival para imponerse con su pareja, haciéndole creer que no tenía nada para que cayese en su trampa. Es decir, se tiró un farol y su rival se lo comió.

Porque, como decíamos, el póker es un juego en el que influye definitivamente la suerte y la estadística, pero en el que, sin duda alguna, la psicología juega también un papel importantísimo, tanto o más crucial que el de los dos conceptos anteriores.

Pongamos otro ejemplo: dos jugadores están en un cara a cara y, una vez ha salido la última carta, el jugador número uno percibe que no tiene absolutamente nada, mientras que el jugador número dos tiene una débil pareja de nueves. El ganador sería el jugador número dos, pero el número uno se arriesga apostando todas sus fichas y el segundo, dada la debilidad de su pareja, se tira y no quiere entrar al trapo. Éste sería un ejemplo de victoria psicológica, donde influyó enormemente el jugar con la mente del rival más allá de la suerte y el cálculo de probabilidades, aunque estos también jueguen un factor decisivo.

¿Es, entonces, posible imponerse en el póker con cartas peores que las de tus rivales? Obviamente, no siempre. Sólo en ocasiones, en momentos puntuales y evitando realizar siempre los mismos movimientos para que los rivales no conozcan demasiado tu modus operandi y el juego psicológico se pueda volver en tu contra.

Las probabilidades en una partida son enormes y son numerosas las webs o libros a través de los que se puede aprender póker, sobre todo a nivel estadístico, pero cada vez también son más los puntos de consulta acerca de cómo utilizar un punto de vista psicológico sobre el juego. Cualquier información es valiosa con tal de controlar esa triada de elementos que conforman el juego del póker: estadística, psicología y suerte.

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