BBVA defiende una reforma laboral con el contrato fijo como norma, pero sin desincentivar al empresario

El consejero ejecutivo de BBVA, José Manuel González Páramo, ha defendido una reforma laboral con el contrato fijo como «norma» y el temporal como «excepción real», pero cuya interrupción no «desincentive» al empresario. Por otro lado, ha indicado que no todos los bancos van a poder capear la «tormenta perfecta», con tipos de interés bajos y activos dañados de la recesión.

En su intervención en Bilbao en el Foro de Expectativas Económicas, organizado por el BBVA y El Correo, González Páramo ha señalado que desde el punto de vista económico, la contratación temporal es «suicida» a medio plazo.

«Cuando un trabajador es temporal, no tiene incentivos a adquirir mucho las habilidades que le hacen exitoso en ese empleo, porque probablemente en seis meses estará en otro, y desde el punto de vista del empleador, éste se pregunta por qué va a invertir en formar a este empleado, si a lo mejor le tiene que hacer rotar deprisa», ha explicado.

«Si es tan malo y produce trabajadores menos productivos, preguntémonos por qué no vamos a un acercamiento de las formas contractuales. No tiene sentido que no nos planteemos que la norma debiera ser el contrato fijo, cuya interrupción no ponga en riesgo la viabilidad económica de la compañía», ha manifestado, para pedir una revisión de la reforma laboral para combatir este problema y complementar esto con otras medidas «que necesitamos, porque todavía no funcionan bien, como son las políticas activas».

En este sentido, para combatir el paro, ha propuesto hacer de la temporalidad una «excepción real» frente a los contratos fijos, y cuya indemnización por despido y otras circunstancias asociadas a la extinción laboral no sean «disuasorias» de la contratación permanente. Asimismo, ha instado a usar eficientemente las ayudas por desempleo el tiempo mínimo necesario imprescindible para encontrar un empleo nuevo y «no aprovechar todo el tiempo al que uno tiene derecho, porque no es un derecho objetivo». «Eso sería desde el punto de vista de la sociedad y del trabajador muy bueno», ha añadido.

En este punto, ha indicado que «desafortunadamente, los gobiernos en minoría, con la necesidad de pactar constantemente, no están en la mejor posición para impulsar este tipo de reformas que necesitan apoyos a varias bandas».

No obstante, ha apuntado que le gustaría oír el discurso en la línea de que «es una fuente de profunda preocupación la extensión de la temporalidad y que ésta tiene algo que ver, no con la mentalidad miope de los empresarios, que han dado buena muestra de que no es así, sino más bien en desincentivos del propio sistema, aparte de problemas en la coordinación de la formación en las escuelas con las necesidades del mercado laboral o las políticas activas que ayuden a cambiar de empleo».

Cuestionado por las peticiones de subida de salarios en España, ha afirmado que los salarios deben subir «siempre y cuando los aumentos de la productividad lo justifiquen. Si no, la consecuencia es menos competitividad exterior y eventualmente menos empleo».

A su juicio, la «mayor fuente de seguridad de que lo estamos haciendo bien debería ser un ritmo vivo de creación de empleo, más que centrarnos en el crecimiento salarial, o en indicaciones generales de crecimiento salarial que son de otra época». «Hay que diferenciar muy bien por sectores, sectores que lo hacen bien, sectores que no, sectores que exportan, sectores que no, unos dirigidos a mercados locales y otros a internacionales, y cada régimen de determinación de salarios debe responder a las condiciones en las que se mueve», ha agregado.

TIPO DE INTERES

Preguntado por las expectativas sobre la subida del tipo de interés, el directivo del BBVA ha indicado que éstas apuntan a que estos se van a «tocar» en 2018. «Todo lleva a pensar que si las tendencias se prolongan, no tendría mucho sentido prolongar más allá los estímulos monetarios porque su objetivo fundamental era combatir el riesgo de deflación, y eso parece que se ha conseguido».

Sobre el mapa financiero que percibe, González Páramos ha señalado que «nunca como ahora hemos estado en medio de una tormenta perfecta que no todos van a poder campear». «No solo están los tipos de interés bajos del BCE que reduce la rentabilidad bancaria y la pone por debajo del coste de la financiación, es también la consecuencia de la recesión en los balances de los bancos, hay mucho activos dañados que de vez en cuando descubrimos», ha relatado.

Junto a esto, ha advertido sobre un problema «también importante» como es el de recuperar la reputación que «nunca se debió perder por prácticas generalmente muy localizadas pero que han acabado empañando al imagen de todo el sector». Finalmente, ha apuntado a la revolución tecnológica, cuya regulación está «paradójicamente adormeciendo y protegiendo a parte del sector».

«Hay muchos agentes del mundo digital y tecnológico que no se plantean ser un banco por la carga regulatoria que conlleva. Esa paradoja puede ser el fin para muchas entidades porque antes o después los reguladores van a entender que no se puede poner puertas al campo y que si el mundo es digital, en banca también. De manera que los bancos podremos usar la nube para procesar datos de clientes, usar masivamente la inteligencia artificial y robots, como ya lo hacemos en los ámbitos que podemos», ha manifestado.

Por ello, ha aseverado que «quien no esté invirtiendo en esto, en canales y en talento y cultura de la organización, cambiándola por dentro, cuando se levante ese velo y el regulador nos diga: ‘vais a la nube’ y competís por ejemplo con Apple, algunos dirán ¿cómo hago esto?».

PREVISIONES PARA ESPAÑA

Las previsiones de crecimiento de este año (del 2,7 para España, según el BBVA), se ven dificultadas, según ha apuntado por factores como que los gobiernos de todo nivel en el conjunto del Estado están «presionando sobre la financiación disponible, por lo tanto, la hacen menos disponible para el sector privado». «Ahora, con tipos de interés bajos, el problema es menor del que puede ser cuando esos tipo empiecen a subir», ha alertado.

También ha destacado los obstáculos de la alta tasa de paro y el problema «bastante serio de productividad, y que debería hacer pensar en mejorar el sistema educativo, con una mayor vinculación con el mercado laboral», así como políticas activas más desarrolladas. Otro reto que ha resaltado es el de ayudar a las empresas a crecer.

«Es un problema estructural de la economía española, la empresa muy pequeña que no crece es una empresa que renuncia a ganancias de productividad, ve dificultades en la financiación y para innovar y exportar», ha dicho, por lo que ha instado a ayudarlas a crecer «y no de manera artificial, sino eliminando obstáculos a que crezcan».

Entre ellos, ha citado algunos «tan tontos como un umbral que pone en 50 trabajadores el antes y el después, o un umbral que tiene que ver con un impuesto que pasas de tributar con la normativa general o bien en una normativa especial por pequeña empresa». «Una vez fuera esos obstáculos, nos permitiría tener empresas más grandes, con capacidad de invertir y exportar», ha asegurado.

Respecto a las previsiones para el País Vasco, el BBVA cree que crecerá en 2017 y 2018 por encima de la media del Estado, un 2,8 este año y un 2,9 en 2018, y ha destacado que el Brexit le va a afectar «muy poco», 3 décimas, frente a 4 décimas de impacto en el Estado.

Las causas serían la menor exposición que tiene al turismo y a la menor exportación al Reino Unido como destino de sus productos, inferior al del conjunto del Estado.

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