Hay gente para todo y mañosos de verdad, como Colin Furze.
El videobloguero británico construyó para el programa Top Gear una versión improvisada del coche de James Bond con diferentes funciones a partir de un viejo BMW Z3.
Para hacerlo disponía de un presupuesto máximo de 8.000 euros para costear el proyecto desde su desarrollo hasta el ensamblaje, y debía completarlo en cinco semanas.
Entre otras características del coche del agente 007, Furze logró instalar un lanzallamas debajo del capó, un dispositivo que llena la cabina de humo, y que describió como «sistema de camuflaje interno», y un dispositivo que rocía aceite en las llantas traseras para facilitar la deriva en caso de persecuciones.
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— colin furze (@colin_furze) April 4, 2021
La parte trasera del BMW Z3 es donde se concentraron la mayoría de los cambios. Allí Furze colocó armas de ‘airsoft’ que salen del parachoques trasero con solo presionar un interruptor.
El inventor, que tiene más de 10 millones de suscriptores en su canal de YouTube, también instaló una rueda giratoria en la parte inferior del automóvil, que se puede usar para apuntar durante los disparos y para estacionar rápidamente de manera lateral.
LOS COCHES DE JAMES BOND
James Bond siempre ha compartido protagonismo con vehículos de cuatro ruedas. Coches que han servido al agente del MI6 para escapar de villanos, terroristas y esbirros varios. Coches que en ningún momento fueron convencionales, ya sea por su origen o por su uso. Y por supuesto, coches que han sido modificados por Q. El cerebro que los dotaba de lanzacohetes, rayos láser o la habilidad de convertirse en submarinos. En definitiva, parte de la personalidad de Bond.
Aston Martin: desde Inglaterra, con Amor
Si hay una marca que ha sido ubicua en la saga Bond ha sido Aston Martin. Tan británica como el mismísimo agente Bond o el té Earl Grey, no fue hasta la tercera película – Goldfinger, 1964 – cuando hizo acto de presencia el Aston Martin DB5. Entonces recién lanzado al mercado, era un Aston Martin DB Mark III el que 007 conducía en las novelas, pero por motivos promocionales, el bellísimo DB5 también fue el vehículo conducido por Sean Connery en Thunderball, siguiente película a Goldfinger. Ametralladoras, cortinas de humo, un asiento eyectable… diversos gadgets que cimentaron la fama del coche más famoso de la franquicia.
Si hay una marca ubicua en la saga James Bond, es sin duda alguna la elegante Aston Martin.
En seis películas ha aparecido el DB5, casi siendo cameos en los últimos años. No obstante, fue capaz de vencer a un Ferrari F355 en Goldeneye y sufrió un terrible destino en Skyfall, pasto de las balas y los misiles del malo de turno, encarnado por nuestro Javier Bardem. Pero podéis descansar tranquilos, ningún DB5 fue dañado en Skyfall: el equipo de efectos especiales sacrificó a un viejo Porsche 928 – similar en proporciones y aspecto – para después sobreponer una imagen renderizada del valioso clásico.
El Aston Martin DB5 fue reemplazado ya en pleno Siglo XXI – omitiendo dos poco reseñables apariciones de Aston en los 70 y 80 – por un DB V12 Vanquish, cuya capa de invisibilidad ha sido considerada uno de los gadgets más locos de toda la saga. Daniel Craig ha continuado la tradición Aston Martin desde entonces. Es más, parece que hay una exclusividad con Aston Martin: los de Gaydon no han dejado de aparecer en los últimos filmes del Sr. Bond, y para Spectre, Daniel Craig conducirá el espectacular DB10, un vehículo conceptual que adelanta el futuro estilístico de la marca en forma de un elegante coupé deportivo de dos puertas.
Pierce Brosnan y la era BMW
Es innegable que el marketing y James Bond van de la mano, yendo más allá del “product placement” e incluso sirviendo para la presentación de prototipos. Durante la era Brosnan y a excepción de su último papel en “Muere Otro Día”, el sofisticado agente 007 condujo varios BMW. Quizá fuese por mi edad en aquél entonces, pero recuerdo con especial fijación el BMW 750iL de “El Mañana Nunca Muere”. La gran berlina con motor V12 era conducida por control remoto a través de un teléfono móvil Ericsson – curioso que ni la marca exista ya – y en una espectacular escena, se lanzaba al vacío desde lo alto de un parking, alunizando una tienda ante la atónita mirada de un empleado.
En “Goldeneye”, un BMW Z3 – entonces una de las grandes novedades de BMW – hacía un cameo al principio de la película. Se dice que la maniobra tuvo tanto éxito, que BMW acumuló retrasos en la entrega de los Z3 de casi un año tras el estreno de la película. La trilogía se cerraba con el precioso BMW Z8 de “El Mundo no es Suficiente”, que a pesar de tener una carrocería de titano y un lanzamisiles tierra-aire termina cortado en dos. Sí, me temo que un precioso Z8 – en cuyas entrañas habitaba el rabioso 5.0 V8 de 400 CV del M5 E39 – terminó cortado en dos para el placer de los espectadores. Supongo que los no amantes del automóvil.
Land Rover y Lotus
Q siempre fue un poco desequilibrado, y con el beneplácito de M, equipaba a los vehículos de Bond con todo tipo de locuras y gádgets. Aunque en las últimas películas se ha tendido hacia el realismo – el DBS de Casino Royale sólo escondía una pistola y un desfibrilador, pareciéndose más a un coche de Protección Civil – en los años 70 se cometieron muchas locuras en el nombre de Bond. Quizá el vehículo más loco de todos cuantos Bond ha conducido ha sido el Lotus Esprit S1 de “La Espía Que Me Amó”. De por sí un vehículo icónico de los 70, sería el primer coche Bond en ser capaz de funcionar como si de un submarino se tratase.
En una escena memorable, tras una persecución por tierra que sólo podría definirse como épica, el Lotus se lanza al mar, desde donde un misil mar-aire derriba al helicóptero de los malos. Tras escapar bajo el agua de una nueva oleada de esbirros, el Lotus sale del agua por una turística playa, ante el asombro de los bañistas en una escena con toques cómicos. Es el mismo Lotus, en versión Turbo, que en una escena de la siguiente película se autodestruye acabando con los sicarios de Gonzales, para después recomponerse a sí mismo, como si de Christine se tratase. Verdadero material de ciencia ficción, sin duda alguna.