Parece un retroceso y en cierto sentido lo es, pero no había otra porque aunque la ausencia de ruido parezca una ventaja para los ocupantes del vehículo y los transeúntes, lo cierto es que de momento no estamos acostumbrados a que un coche no haga ruido. De ahí que se produzcan despistes y el viandante se confíe.
Y por eso, de las tres rutilantes características que tenía hasta ahora el coche eléctrico -Sin humos, vibraciones ni ruidos-, una desaparece.
Desde el pasado lunes 1 de julio de 2019, la Unión Europea exige que los coches eléctricos e híbridos que se vendan tienen que emitir ruido obligatoriamente.
Esta medida persigue un objetivo: evitar los atropellos a peatones o ciclistas en los que intervienen vehículos propulsados por electricidad, ya sean eléctricos puros o híbridos.