La conducción autónoma avanza de manera inexorable, pero trae consigo más interrogantes de los que en principio podría parecer.
El primero es el técnico, en el que las marcas llevan mucho tiempo trabajando; el segundo, el de la confianza, ya que hay que hacer que los individuos aprendan a fiarse de la tecnología.
Y a todo esto hay que sumar el de la seguridad.
Aunque es algo que se solventará cuando los coches sean totalmente autónomos, hay que pensar en qué nuevos sistemas deberán incorporar, ya que la situación es diferente a la de un coche convencional.
Toyota ha llevado a cabo un estudio centrándose en qué ocurrirá con los pasajeros (incluido el conductor) en caso de accidente, ya que probablemente estarán ocupados en actividades que a día de hoy no realizan (ver a televisión, utilizar Internet, dormir, etcétera) y, además, no estarán tan pendientes de la carretera.
Las marcas tienen que plantear nuevos sistemas de ayuda y seguridad que protejan a sus pasajeros.