Los sindicatos no defienden a los trabajadores sino que mantiene a un número oculto de liberados
La huelga general del pasado 29 de septiembre es «un lujo que no nos podemos permitir» en el estado en el que está nuestra economía. Así lo explica la economista María Blanco González. Añade que el seguimiento de este paro se debió más a los actos de vandalismo que se registraron durante la jornada que a la adhesión de los trabajadores porque, a su juicio, «la gente es consciente de que no nos podemos permitir ese lujo».
Esta economista y, además, analista en varios medios de comunicación, subraya que esta huelga no fue convocada por iniciativa de los sindicatos españoles «que ya se han convertido en una Institución más del gobierno«.
«Esta jornada de huelga del 29 de septiembre la han convocado los sindicatos europeos, y los españoles para no quedar en evidencia, se vieron obligados a secundarla en nuestro país. (…) Los sindicatos españoles están rendidos a la mano que les da de comer».
Blanco González destaca el papel de algunos medios de comunicación que se han encargado de poner encima de la mesa lo que verdaderamente están haciendo los sindicatos que, a su juicio,
«No defienden a los trabajadores sino que mantienen a un enorme y oculto número de sindicalistas».
Después de una jornada en la que desde las centrales sindicales se ha repetido el mensaje de victoria en la jornada de huelga, Blanco González cree que han perdido una oportunidad de mejorar su imagen.
«Pudieron haber ganado en credibilidad si hubieran dicho que no nos podemos permitir un paro general en las condiciones en las que está nuestra economía.»
Lejos de estos mensajes, esta profesora de Economía lamenta las declaraciones del líder de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, al amenazar con situaciones de conflictividad social en el caso de no llegar a acuerdos en el terreno laboral.
«Llaman la atención estas palabras cuando la huelga ha tenido seguimiento porque hubo vandalismo. (…) Los sindicatos se parecen cada vez más a la mafia de Chicago en los años 20 que recorrían los barrios agrediendo a quienes no seguían sus dictámenes.»
