Con el desplome en la concesión de hipotecas, los bancos se han encontrado que el mayor y casi único producto para vincular al cliente con la entidad financiera es la domiciliación de los ingresos por trabajo
Dijo J.F. Kennedy, «todos somos consumidores», en una frase que se recuerda mundialmente en el día del consumidor. Pues bien, en este mes de agosto, que desde hace ya muchos años no es para nada tranquilo, será de preparación para un otoño mucho muy difícil «para todos» llenos de recortes y especialmente de importantes subidas, no sólo del IVA, sino de otros servicios y productos como el combustible, y presumiblemente una tercera elevación del precio de la electricidad y el gas.
Un agujero para nuestro bolsillo, que ya de por si lleva viendo sueldos a la baja por la subida del IRPF que llevamos sufriendo desde principios de este año.
Todo este entorno negativo tiene que hacer que el consumidor se mueva mucho más para intentar paliar, aunque sea en parte, la pérdida de poder adquisitivo.
Por ejemplo, por poco que sea, buscar rentabilizar nuestro dinero en una cuenta remunerada, pero especialmente, sacando el mayor partido de nuestra nómina.
Aprovecharnos del mayor producto de vinculación para el banco
Con el desplome en la concesión de hipotecas, los bancos se han encontrado que el mayor y casi único producto para vincular al cliente con la entidad financiera es la domiciliación de los ingresos por trabajo. Todo ello, ha animado la competencia, ya que el cliente es más exigente y cada vez pide más.
En este tipo de producto nos encontramos con dos grandes tendencias. Por un lado, los bancos que ofrecen un regalo, cada vez más atractivo (de las clásicas vajillas hemos pasado a la alta tecnología), pero que tienen un punto muy importante a tener en cuenta, y es que aceptando esta oferta nos obligamos a no cambiar de entidad durante un periodo de tiempo, a no ser que paguemos una penalización igual al valor del regalo recibido, es decir, por esta remuneración en especie sacrificamos libertad y debemos asegurarnos de qué además del regalo de bienvenida obtenemos muy buenas condiciones respecto a las comisiones.
Frente a estos tipos de productos, la otra tendencia está en las cuentas que ofrecen además de gratuidad en todos los servicios que demandamos en una cuenta nómina (mantenimiento, transferencias, tarjetas) van un paso más allá, y es que incluso devuelven una parte de los recibos de los servicios básicos como luz, gas o telefonía.
Entre todas ellas destaca la cuenta nómina AZUL de iBanesto. Con este producto, no se paga ni por ingresar cheques ni por realizar transferencias (incluidas las que se realizan a la Unión Europea). Las tarjetas de débito y crédito también son gratuitas, no hay costes de emisión o renovación anual. A todo esto hay que sumarle que se pueden incluir tarjetas adicionales para otros titulares de la cuenta bajo las mismas condiciones, y que esta gratuidad incluye no sólo poder sacar efectivo de los cajeros de Banesto, sino de todos los de la red 4B donde podemos retirar dinero sin ningún coste.
Producto anticrisis
Pero sobretodo es un producto ideal para capear estos momentos. En primer lugar para poder acceder tan sólo necesitas de un ingreso regular de 800 euros, proceda o no de nómina, lo que permite por ejemplo, que los autónomos puedan beneficiarse de las ventajas de la Cuenta nómina AZUL de iBanesto aun no teniendo ingresos elevados todos los meses.
Pero también permite ganar dinero, algo que pocas cuentas nómina pueden decir. Con la cuenta nómina AZUL se recibe, para siempre, la devolución del 3% de tus recibos básicos. El porcentaje está por encima de los de otras entidades bancarias que como ofrecen un 1 o un 2% u ofrecen este porcentaje por unos pocos meses.
En definitiva, cuando los recortes y las subidas nos acechan, hay que buscar la mejor forma de rentabilizar nuestra relación con los bancos.